Javier Estrada Tobar
jestrada@lahora.com.gt
Las cosas no están marchando bien con los medios de comunicación y Jimmy Morales, el recién electo presidente para el período 2016-2020, y puede que muchos guatemaltecos todavía no lo noten. Sin embargo, quienes trabajamos en periodismo vivimos experiencias con los políticos y funcionarios que no siempre llegan a ser del conocimiento de nuestras audiencias.
Puedo asegurar que fue realmente difícil concretar una entrevista con Morales esta semana y cuando se tuvo la oportunidad de conversar, el tiempo se limitó de tal manera que no se consiguió abordar temas fundamentales para nuestros objetivos y para las necesidades informativas de nuestros lectores.
En cuanto al escándalo relacionado con los señalamientos de plagio vertidos por el Instituto de Problemas Nacionales de la Universidad de San Carlos contra José Ramón Lam, el jefe del equipo económico de Morales, no hubo ocasión para conocer una postura clara del Frente de Convergencia Nacional o de Morales en una rueda de prensa, en la que se permitiera hacer preguntas y conocer detalles del caso.
Es cierto que solo pasaron 12 días desde que Morales ganó la Presidencia y que en ese lapso resulta difícil o imposible saber cómo será el próximo Gobierno, pero hasta ahora sí me queda claro que la comunicación entre el presidente electo y la prensa no ha sido la mejor, aunque también confío en que las cosas pueden cambiar.
Tengo solo ocho años de ejercicio periodístico, pero comprendo bien la necesidad de que un Gobierno ponga en marcha un efectivo plan para explicar a los medios lo que se está haciendo, lo que no se está haciendo y en caso de ser necesario, aclarar cualquier interrogante, y creo que las experiencias extranjeras pueden arrojar luces y sombras sobre las relaciones entre las autoridades y los periodistas.
El caso de Mariano Rajoy, el presidente del Gobierno Español, célebre porque ofreció una rueda de prensa a través de una pantalla plasma sin la oportunidad para que los periodistas hicieran preguntas es un ejemplo de lo que no se debe hacer, pero el caso de la vicepresidenta española, Soraya Saénz de Santamaría, es distinto.
Todos los viernes, tras participar en el Consejo de Ministros, Sáez de Santamaría se tiene que enfrentar a una rueda de prensa en la que expone los temas que son de interés para el Gobierno español, pero también aclara todas las dudas de los comunicadores, aunque recurrentemente las preguntas puedan resultarle incómodas.
No me cabe la menor duda de que la agenda de un presidente electo es bastante apretada, pero creo que Morales no debe perder de vista el papel que la prensa juega en una democracia, que si bien está lejos de ser la ideal en el caso de Guatemala, necesita siempre del papel fiscalizador de los medios de comunicación tradicionales y alternativos.
Mi consejo para Jimmy Morales es que establezca una clara política de comunicación y de puertas abiertas para la prensa, que seguramente estará muy pendiente de sus decisiones y acciones.