Byron Quezada
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No cabe duda que todos los seres humanos tenemos un propósito a nuestro paso por este mundo, que somos predestinados para cumplir uno o más designios, es evidente que algunos de nosotros tomamos esa asignación con mayor seriedad y que muchos hemos sido dotados de una inteligencia especial que entra en acción cuando la hora llega; especialmente cuando la vida nos coloca en puntos estratégicos o nosotros buscamos la oportunidad de estar en el lugar indicado a la hora indicada. El caso de mi gran amigo el licenciado Eduardo Villatoro, (Wayito para los que tenemos la suerte que nos considerara su amigo) una persona que desde muy joven se preparó y el talento de periodista le fluía por las venas.
Yo tuve la oportunidad de conocer a Guayo cuando aún era un adolecente a punto de separarse de la familia para poder educarse y empezar a cumplir su mandato. Yo un chirís, aquel un adolecente, allá en la aldea El Carmen, Malacatán S.M. Su madre la Seño Olimpia era la única maestra de la escuelita donde solo se llegaba al tercer grado, donde estoy seguro Guayo en su pubertad le encontró el sabor a las labores sociales, donde el deseo de ayudar y hacer el bien lo encontró y no lo abandono hasta estos días de su vida por lo que veo y leo, su intención inquebrantable de corregir aunque fuera por la fuerza, lo que desde esas fechas se veían como un nauseabundo sistema político que al final aniquiló lo bueno de nuestra patria.
A su temprana edad, pero con sólida madurez Guayo se paraba frente a los pocos alumnos e impartía las clases cuando su mamá se ausentaba por unas horas, compartía sus conocimientos, desde joven empezó a hacer las cosas que para otros era inaceptables, porque hasta eso está en contra del sistema que por mucho tiempo suprimió el saber, mantener a la gente sin educación, era la médula del sistema al que aquel siempre se opuso, mantener a la gente ignorante para tomar ventaja de ella, la destrucción de ese inservible sistema era su designio, como su trayectoria lo ha demostrado al pararse a la par de los más connotados intelectuales y humanistas de nuestro país, para lograr lo que Juan José Arévalo un día soñó. Había un precio, que Guayo, Manuel Colom Argueta, y muchos otros pagaron con creces, después de llevar en el pecho la injusta y mal intencionada etiqueta de terroristas, izquierdista, comunistas, ¡Ah, porque esa es la definición en la mente del déspota servil, para el hijo de la patria que nace para hacer el bien común y el amante de la democracia!
Guayo, puedo decir con entera seguridad que has cumplido con tu encargo; con nuestras oraciones, seguirás cumpliendo esa función encomendada a ti al nacer. Lo has hecho con valentía junto a los otros comentaristas e editorialistas del Diario La Hora y otros periodistas que con decoro, se atrevieron a levantar el batón que otros botaron al suelo pasadito el año 44, crean o no, lo que se logra en nuestros días con las ideologías un día enemigas, hoy unidas porque nos dimos cuenta que el sistema no sirve, que los gobierno de los últimos 71 años han sido lo que el pueblo nunca esperó, que es exactamente por lo que tantos se sacrificaron, por lo que tantos han ido al exilio, sufriendo nuestra patria un desfalco intelectual de inmensurables proporciones, que hoy pagamos con creces. Wayito, nuestras oraciones van rumbo al cielo, para que te mejores, para alegría de los que en realidad te apreciamos y te extrañamos aquí en La Hora.