Luis Enrique Pérez
La acción humana necesariamente altera el ambiente natural. Denomino “acción humana” a la que deliberadamente emprende el ser humano con el fin de mejorar su estado de vida. Ejemplo de acción humana es cazar un animal para obtener alimento. Denomino “ambiente natural” al conjunto de seres y procesos cuya causa no es la acción humana, sino la Naturaleza, y con los cuales interactúa el ser humano. Ejemplos de seres que constituyen el ambiente son los animales y las plantas. Ejemplos de procesos son los ciclos del agua, el carbono, el oxígeno, el nitrógeno y el fósforo. Ejemplo de interacciones entre el ser humano y el ambiente natural es cultivar la tierra o utilizar el agua para producir energía eléctrica.
Desde épocas primitivas el ser humano ha alterado el ambiente natural. Sin duda, habitar una cueva, fabricar lanzas, cazar animales, recolectar frutos, encender fogatas, cocer y almacenar alimentos, domesticar animales, cultivar la tierra, fundir metales, almacenar granos en vasijas de barro, y construir ciudades, caminos y acueductos, fueron acciones humanas que alteraron el ambiente natural. En general, la humanidad ha progresado porque la acción humana ha alterado el ambiente natural. La ciencia y la tecnología son, actualmente, los instrumentos más poderosos que el ser humano ha creado para alterar más eficazmente, sin destruirlo, el ambiente natural, y tener la opción de una vida más cómoda, saludable y longeva, y también la esperanza de disminuir el tiempo de trabajo y aumentar el tiempo dedicado a actividades libremente elegidas.
El objeto de la ecología son las interacciones entre los seres vivos mismos, y entre ellos y su ambiente natural. Por ejemplo, la predación es una relación ecológica que consiste en que un ser vivo llamado “predador”, se alimenta de otro llamado “presa”. La ecología se abstiene de enunciar juicios valorativos sobre los fenómenos de que se ocupa. No juzga, por consiguiente, que esos fenómenos son buenos o malos.
El ecologismo no es una ciencia. Es una práctica política o ideológica, cuyo objeto es conservar un determinado estado de las relaciones recíprocas entre los seres vivos y su ambiente natural. El ecologismo enuncia juicios valorativos sobre las relaciones ecológicas. Por ejemplo, juzga que no es conveniente construir una presa, porque causaría la extinción de una rara especie de pez; o que no se debe extraer madera de un bosque, porque causaría la disminución de la cantidad de mariposas que embellecen el ambiente natural. O inversamente, juzga que es bueno conservar una especie de pez; o juzga que es bueno conservar un bosque. Empero, el ecologismo no sólo juzga. Actúa para que sus juicios valorativos sean aceptados. Puede actuar pacíficamente, y exponer argumentos destinados a persuadir; pero también puede actuar violentamente, y oponerse con el fin de imponer sus juicios valorativos.
El ecologismo no necesariamente es maléfico. Lo es, sin embargo, el ecologismo que se opone a que el ser humano provoque cualquier alteración del ambiente natural; o bien se opone a la aplicación de nueva tecnología, aunque no destruya el ambiente, y hasta lo mejore, o por lo menos recupere, con sensata proximidad, su estado original.
Dijo un ecologista que era funcionario del Gobierno de Estados Unidos de América: “no queremos plantas nucleares seguras, sino que, en general, no queremos plantas nucleares.” Es decir, hay que ser enemigo de la eficiencia energética. Dijo un notable miembro del Fondo Mundial para la Vida Silvestre: “si yo reencarnara, quisiera retornar convertido en un virus asesino para reducir el tamaño de la población.” Quizá alguien crea que él tendría que ser la víctima primera de ese virus.
Post scriptum. El ecologismo puede obstaculizar el desarrollo de nuestro país; y ecologistas extranjeros y nacionales parecen conspirar para impedir que el Estado de Guatemala aproveche sus propios recursos naturales. Hay que denunciar y combatir ese ecologismo, hasta recluirlo en un manicomio, en el que holgadamente pueda recrearse en su propia demencia.