Pedro Pablo Marroquín Pérez
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A principios de agosto del año en curso, en La Hora y La Hora Departamental hicimos un trabajo titulado así: “Secretarios allegados al poder, bajo la línea de fuego de la justicia”. En tal reportaje hicimos mención de varios casos, entre ellos el de Juan Carlos Monzón, ex secretario privado de Roxana Baldetti y de Gustavo Alejos, ex secretario privado de la pareja presidencial Álvaro Colom y Sandra Torres.
En esa fecha (principios de agosto), Alejos no era un prófugo de la justicia y no se veía cercano el día en que iba a tener orden de captura, por lo que Colom se dio el tupé de decir lo siguiente: “difícil visualizar que no estaban enterados teniéndolos tan cerca de ellos” hablando del entonces presidente Otto Pérez Molina y la vicepresidenta Roxana Baldetti respecto a lo que hacían sus secretarios.
La semana pasada, este medio de comunicación le preguntó respecto al papel de su ex secretario privado y cínicamente dijo que Alejos únicamente fue su secretario y operador con los partidos políticos y en el Congreso, pero que jamás habló con él de negocios.
La fiscal general, Thelma Aldana, dijo que por el momento Colom y Torres no eran investigados por el caso Alejos, pero lo mismo dijeron en su época de Pérez y Baldetti. Y me imagino que Colom y Torres se preguntarán si Alejos no será otro Salvador González, Eco o Juan Carlos Monzón, que luego vende a sus jefes.
Pero no nos debe extrañar que Colom tire la piedra y esconda la mano porque ese ha sido su modus operandi. Cuando estaba por instalarse la CICIG, el entonces candidato se comprometió a que la UNE daba el voto a favor del ente internacional. No obstante, César Fajardo votó en contra por orden de él y cuando se armó el alboroto, culpó a Fajardo y eso nos ejemplifica su actuar de vida.
Hace unas semanas un medio protector de Alejos (nunca lo mencionan en sus chismes) enumeró en su editorial algunos aspectos por los que debía ser investigado Colom, pero ni por asomo mencionaron algo del ex secretario privado, cuando la clave de todos los negocios que se armaron durante ese gobierno fue el hoy prófugo de la justicia.
En el régimen Colom-Torres no se gestaba un negocio, no se pagaba una mordida y no pasaba nada sin que Torres le diera el beneplácito a Colom y éste a su vez a Alejos.
Suena a descaro que Colom ahora diga que él es un santo que nunca supo qué hizo Alejos; esa paja no se la cree ni el más pajero de los pajeros, aunque siendo objetivos, podría existir alguna posibilidad dado que Colom ni cuenta se dio que desde un inicio Torres lo usó para luego tirarlo cual vil trapo shuco.
Si Pérez, con dos campañas, llegó con su palabra empeñada con los financistas, imagine cómo habrá llegado Álvaro Colom con tres campañas al hombro, al punto que hasta firmó un pagaré para asegurarle a un financista que le prorrogaría un millonario contrato estatal.
Si Alejos le dio a Pérez una casa, imagine qué no le habrá dado a Colom y a Torres gracias a quienes pasó de ser un ayudante de los Cohen a ser un magnate operador y financista de los políticos, en especial de los primeros citados en este párrafo.
Siempre he dicho que la diferencia entre Pérez con el resto, empezando con Cerezo, es que en Guatemala no había un Iván Velásquez con la determinación de investigar a los más mafiosos, pero eso no los hace ni por asomo honrados. Aunque se llenan la boca diciendo que no robaron (cosa que no es cierta), además fueron consentidores de un sistema fabricante y protector de corruptos millonarios y no movieron un dedo por cambiar las cosas.
Por el bien de Guatemala y porque no podemos ser burlados de esa manera, ojalá algún día Colom y Torres y los demás presidentes, rindan cuentas ante la justicia.