Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

En el mes de noviembre celebramos el Día de Todos los Santos y el Día de Difuntos. De esa misma forma, el 25 de octubre efectuamos la segunda vuelta electoral; durante la semana anterior hemos podido analizar y ponderar el proceso eleccionario.

Por primera vez en la historia política de nuestro país, el día 25 en la noche, en un acto sobrio y sumamente adecuado, el partido Unidad Nacional de la Esperanza convocó a una conferencia de prensa en su sede, la candidata presidencial de dicho partido, Sandra Torres, de forma ponderada y seria, reconoció la derrota de su binomio y aceptó el triunfo del binomio encabezado por Jimmy Morales.

Esto hecho es positivo y sienta un precedente para que los ciudadanos que participen en una contienda, especialmente los candidatos a alcaldes, comprendan que la democracia implica participar, ganar o perder y que bajo ningún concepto el no ganar debe ser motivo de actos o manifestaciones improcedentes, por el contrario, debe ser el momento en que quien no triunfó reconozca el hecho en respeto a la ciudadanía, en respeto a los contendientes y ante todo en auto respeto.

La Ley Electoral y de Partidos Políticos originalmente establecía que el binomio que no ganara en la segunda vuelta electoral asumiría como diputados al Congreso de la República; sin embargo, la autoridad constitucional determinó que la forma en que estaba redactada en la Constitución la integración del Congreso que indicaba que el mismo se integraba por diputados electos en sufragio secreto, no permitía que los ciudadanos, por muy destacados que políticamente hubieran sido para poder competir en la segunda vuelta, no podían integrar el Congreso por no haber sido electos de forma directa, por sufragio secreto, como diputados.

Es de esperar que ello se modifique en la primera oportunidad que se enmiende, como debe enmendarse la reelección y la postulación de diputados en la Constitución para lograr una adecuada representatividad en el Legislativo, incluso, contribuiría a un mejor desempeño político en el Congreso.

Existen países democráticos que establecen que quienes han fungido como presidente y vicepresidente pasen a integrar el Senado o el Congreso. Ello también, por supuesto, contribuye a que la gran experiencia que una persona adquiere, habiéndose desempeñado como presidente o vicepresidente del país, no se desperdicie y sin duda alguna, la contribución que podrían hacer de sus aciertos y sus errores, estaría mucho mejor aprovechada en el Congreso nacional que en el Parlamento Centroamericano. Los sueldos serían prácticamente iguales, no así el fruto de su actuar.

En cuanto al resto de los binomios que participaron en la primera elección el 6 de septiembre, adquirieron experiencia y ante todo comprobaron cuál fue el verdadero respaldo que la ciudadanía con su voto les otorgó, lo que también les permitirá comprender cuál es su representatividad política, individual y partidaria. No es lo mismo comprar, financiar o heredar un partido que ser un ciudadano con liderazgo y representatividad política. Prueba de ello es la muerte del PRI; Luis Fernando Pérez, ahora sin el apoyo de Efraín o Zury, tendrá que volver a la mecánica o dedicarse a las fincas que graciosamente obtuvo en el Petén.

¡Guatemala es primero!

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