Isabel Pinillos – Puente Migraciones
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A partir de esta semana, tenemos un nuevo actor en la política de gobierno. Es el caso de Jimmy Morales, el exintegrante del dúo Moralejas, quien guardará en un ropero sus personajes del pasado, para asumir la más alta magistratura del país. Cabe destacar que, a diferencia de sus contrincantes, logró ganar la carrera electoral con un presupuesto austero, rompiendo así el mito de que “sin plata no se gana una elección”.

Jimmy Morales fue el resultado de una “tormenta perfecta” compuesta por una serie de factores sociales y políticos. No sólo se presentó como una alternativa al “antivoto” de Manuel Baldizón en la primera vuelta, y de Sandra Torres en la segunda, sino como alguien ajeno a la política tradicional. Su facilidad para atraer grandes audiencias se evidenció en sus giras por el interior. Su inexperiencia en la política fue transformada en su lema “ni corrupto ni ladrón”. Su apuesta a las redes sociales, lo hizo entrar en un nicho del electorado que antes no era tomado en cuenta. Sus giras en Estados Unidos, que inició en la farándula, lograron que los connacionales en el extranjero le prestaran su voto a sus familiares.

Los guatemaltecos en el extranjero, que este año aportarán 6 mil millones de dólares en remesas, aún no pueden ejercer el básico derecho al voto. Aun así, acudieron a unas urnas simbólicas una semana antes, en donde predijeron el triunfo de Jimmy con el 86% de los votos. Si existe un segmento con el que Morales está comprometido es con éste, al cual ofreció aumentar el número de consulados, un trato más individualizado, atención en idiomas mayas, planes de seguros, e impulsar la ley que les permita el voto.

No es casualidad que una de las primeras llamadas que recibió el presidente electo fue la del vicepresidente Joe Biden, para felicitarlo y reiterarle el compromiso de EE. UU. en la lucha contra la corrupción y la ejecución del Plan Alianza para la Prosperidad. Tanto el gobierno estadounidense como Jimmy Morales comparten un mismo interés: los migrantes. El primero, porque ya no los quieren seguir recibiendo en su país, y el segundo porque han sido sus aliados naturales desde antes del inicio de su campaña.

Un antecedente importante a la crisis que se desencadenó este año fue un acontecimiento que pareciera aislado: la crisis humanitaria causada por la llegada masiva a Estados Unidos de niños migrantes no acompañados en julio de 2014. Este problema provocó una postura frontal y más agresiva para evitar la inmigración desde el sur de la frontera. Otro hecho fue la captura de la Reina del Sur, Marllory Chacón, quien reveló en una corte federal actos de corrupción en las esferas más altas del gobierno guatemalteco. La reacción prevista fue que en marzo vino el mismo Joe Biden a Guatemala, para promover el Plan Alianza para la Prosperidad, con la promesa de una suma millonaria para la región, bajo la condición de que debía extenderse el período de la CICIG. A partir de entonces, ya todos conocemos la historia de la plaza, que nos ha conducido hasta donde estamos hoy. Sin la confluencia de estos factores, ¿habría sido posible el resultado de Jimmy Morales? Su reto mayor ahora será capitalizar su poder político, para cumplir con lo ofrecido.

Lo cierto es que fue un año electoral convulso, lleno de hechos sin precedentes.

Si los hashtags pudieran contar esta secuencia se resumirían más o menos así: #CrisisNiñosMigrantes, #CapturaMarllorie, #EstadosUnidos, #PAPP, #CicigSI, #ManifestaciónPlaza #IvanVelasquez #ThelmaAldana, capturas casos #LaLínea #IgssPisa, #RenunciaBaldetti, #NoTeTocaBaldizon, #RenunciaOPM, #NoTeTocaSandra, y finalmente, #JimmyPresidente.

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