Martín Banús
marbanlahora@gmail.com

Hemos visto cómo cada vez más frecuentemente, se refieren distintos autores y colegas a la idea de «sistema», refiriéndose la mayoría de las veces, al sistema político del país, al que últimamente señalan de «agotado».

Según la RAE, un sistema es un «conjunto de reglas o principios de una materia, racionalmente enlazados entre sí.» Por «agotar», la misma fuente nos dice, «extraer todo el líquido que hay en una capacidad cualquiera». Por tanto un «sistema agotado» creemos que debe entenderse, como aquel conjunto de normas, principios y leyes interrelacionados entre sí, concebidos y conjugados con determinados propósitos temporales, pero que con el correr del tiempo y por distintas razones dejaron de ser funcionales y/o los más convenientes, para los futuros proyectos…

El sistema, en primera instancia, se debe al hombre, pues es éste quien lo concibe. Quizás después, -pero sólo después-, pueda existir una interdependencia entre ambos y pueda decirse en algún momento, que los hombres son el resultado del sistema en el que se formaron… Lo que puede ser más que factible.

Pero, ¿podemos los guatemaltecos, considerar que nuestro «sistema político» de corte republicano, con tres poderes, constitucionalista, etc., dejó de ser funcional o práctico? ¿Llegó a serlo acaso, alguna vez? Es más, ¿se puede llamar «sistema político» a esto que tuvimos y seguimos teniendo? ¿O sería más apropiado llamarle un «anti-sistema», en el que a pesar de él, algunas cosas se pudieron hacer?

Pareciera que todo lo que se «sistematiza» se vuelve cuesta arriba para nosotros los guatemaltecos… ¿No será que somos descarados e ineptos, encargando y aceptando labores o misiones que no podemos hacer y buscando después, desvergonzadamente, excusas para no reconocer el desastre causado?

Veamos el caso del sistema penitenciario; veamos el caso del sistema educativo, veamos el caso del sistema de salud… ¿Podría servir de algo cambiar todo el sistema político que contienen a todos aquellos y otros más, sin cambiar la actitud y la moral de tantísimos compatriotas ineptos e irresponsables, cuando no corruptos?

No olvidemos que parte de nuestra «cultura» barata, es echarle la culpa a las cosas: «se fue el sistema»; «se fue la luz»; «el río se llevó el puente»; etc., cuando la realidad es que algún compatriota con nombre y apellido no hizo o no está haciendo bien su trabajo, como el futbolista que nunca falta, que cuando patea torcido se mira el zapato…

Respondámonos sinceramente a la siguiente pregunta: Con el mismo sistema, en las mismas condiciones y durante el mismo tiempo que tenemos nosotros de estar en esta lucha estéril, ¿qué hubieran logrado hacer los israelíes, los alemanes o los canadienses, por ejemplo?

Es cierto, el sistema es sujeto de mejoras profundas o de un cambio si se insiste, pero, aceptémoslo, no es sólo el sistema… Reconozcamos que la disciplina, nuestra calidad profesional y moral no son, precisamente, factores de desarrollo… El mejor gobierno de Guatemala se dio después de una dictadura de catorce años, ¡y eso es verdaderamente preocupante! ¿Será que en realidad somos llevaditos a punta de riata?

Otra pregunta medular: ¿Estaremos a la altura de un nuevo sistema político más exigente, como para sacar al país de la desastrosa situación con la que al parecer, la gran mayoría de compatriotas parece haberse acostumbrado a vivir?

También es cierto, que si partimos de la situación en la que nos encontramos actualmente, es obvio que el sistema no fue lo suficientemente bueno, como para evitar que el mañoso y/o el inepto, alcanzaran el poder y desde ahí, evitarán alcanzar un sueño que, por cierto, nunca se estableció y menos aún, se detalló en cifras… ¿Cuál es la Guatemala que deseamos? ¿Lo sabemos? ¡No!

Es indiscutible que entre el sistema y el hombre, existe una dependencia tal, que el uno sin el otro, carecerían de sentido. Dicho en otras palabras, con cualquier otro sistema lo más probable es que las cosas nos hubieran salido poco más o menos, ¡igual de mal!

¿No hemos, acaso, venido de mal en peor? ¿No se han creado y cancelado instituciones; creado, ampliado y cancelado partidas presupuestarias, puestos y funciones, gobiernos e ideologías en el gobierno? Sí; así ha sido… Pero el tiempo siempre ha estado en contra nuestra y no a favor… ¿Somos quizás, un caso perdido?

Cuando es para mal, lamentablemente pareciera que el sistema político nunca se agota; al contrario, pareciera que se fortalece y que todo tiende a empeorar. Sí; efectivamente, cada vez son más los asesinatos, mayor la corrupción, inadmisible la mortalidad infantil, gigantesco el déficit habitacional, indescriptibles el descontrol, la ausencia y la ineptitud de «la autoridad» gubernamental, etc., etc.

El próximo año, -a menos de que algo extraordinario suceda-, con el mismo sistema y con la misma gentecita, lo más probable es que las cosas continúen empeorando como ya es tradición en nuestro «agotado» sistema democrático.

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