Luis Fernández Molina

Nunca más llegarán los bárbaros a escalar las murallas que defienden nuestra democracia. Nunca más los mercenarios de la política tomarán las decisiones. Nunca más los bucaneros tendrán el manejo de la hacienda pública. Nunca más los filibusteros y bandoleros actuarán impunemente. Nunca más los jueces serán comparsas del poder. Nunca más estará entumecido el pueblo de Guatemala.

Se abre un escenario de optimismo después de la hecatombe del gobierno del Partido Patriota. Los descubrimientos que a cada rato se hacen no dejan de asombrarnos e indignarnos; parece que entráramos en una bodega abandonada y en cada cajón encontramos ratas y serpientes, cucarachas y sabandijas ponzoñosas. Esqueletos y podredumbre. ¡Cómo es posible que hayan actuado con semejante descaro! Salen a luz contratos millonarios, algunos innecesarios y otros asignados a dedo entre los miembros de la rosca. Aparecen aquí y allá plazas fantasma (hasta en Inguat). Cada plaza fantasma es un robo descarado que se hace al pueblo. Cada plaza innecesaria es también una depredación que se hace al pueblo y un obstáculo para que ocupe el puesto quien sí pueda servir eficientemente al pueblo. Con todo, empero, ese gobierno nefasto dejó algo positivo: la fatal prevención de que habíamos tocado fondo. El “agüita mágica” sí tuvo propiedades milagrosas, reverdeció el espíritu cívico de los guatemaltecos que parecíamos anestesiados. Despertamos al fin.

Con el nuevo gobierno se inicia un nuevo proceso que debe canalizarse en dos vías: un candidato que ha ofrecido una nueva forma de hacer política y un pueblo que exige su participación en los asuntos comunitarios. Jóvenes que fueron testigos del letargo de sus mayores reclaman ahora un espacio vital. Hasta los sindicatos públicos tienen aquí una función que realizar con sus denuncias. Todos están obligados a vigilar y las redes sociales son un medio idóneo. Nunca más compras oscuras de medicamentos y bienes. Nunca más contrataciones espurias con disfraz de legalidad. Nunca más plazas innecesarias o fantasma. Nunca más despilfarro.
Qué despierte la Contraloría General de la Nación y realice, como su nombre lo indica, un debido control de los manejos del dinero de todos. Que despierte la Intendencia de Verificación Especial y que reporte todos esos movimientos bancarios millonarios que, inexplicablemente pasó por alto en los últimos meses del partido naranja. Que se fortalezca el Ministerio Público y el Organismo Judicial, entidades que han dado muestras de resurgir como el Ave Fénix.

Un largo camino nos espera, pero para subir el volcán de Agua es necesario empezar paso por paso. De esa cuenta tenemos primero que modificar la ley Electoral, la de Compras y Contrataciones y de Servicio Civil. Encabezando esta iniciativa –que corresponde al Legislativo–está el presidente electo. Las escaleras se limpian desde lo alto. Jimmy Morales tiene encima una responsabilidad histórica. Las circunstancias de su ascenso son ininteligibles para la comprensión general. Acaso misteriosas. Tuvo el acierto de estar en el punto exacto de dos huracanes de antivoto que azotaron durante los comicios. Pero en el orden cósmico no hay casualidades, hay destinos marcados muy por encima de las voluntades humanas. Tocamos fondo como arriba indico y debemos revertir el camino, no lo vamos a componer todo en 4 años pero por algún lugar se empieza.

Asoman brotes verdes en el vetusto tronco que auguran tiempos mejores. La energía de esos jóvenes que sacrificaron su domingo para participar en mesas o voluntarios, la decisión de los grupos ciudadanos que han sacado el pecho, ese interés general en estar presentes. Ojalá que, como decían en España, haya llegado “la primavera de todos los inviernos.”

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