Varios elementos hay que destacar de la elección de ayer, pero seguramente el más significativo fue el repudio absoluto de la ciudadanía a la forma tradicional de nuestra política marrullera y sucia. El electorado prefirió optar por lo nuevo por conocer para rechazar abrumadoramente lo viejo conocido y ese mensaje tiene que quedar claro porque es el verdadero mandato de esta elección; es decir, no se quiere más de lo mismo, ni en rostros ni en mañas.
No es poca cosa que masivamente, sobre todo si a los votos de Jimmy Morales sumamos la abstención, los votos nulos y en blanco, se produjera el más contundente rechazo a una propuesta política en la historia política de este modelo que se instauró en 1985. La actitud contra Sandra Torres no tiene precedente y es un mensaje que llega fuerte y claro para que lo entiendan todos, porque la ciudadanía ya no quiere ese tipo de políticos que trabajan para sus financistas y que con tal de disfrutar de las mieles del poder hacen micos y pericos (divorcios incluidos), sin que les importe siquiera el más elemental sentido del decoro.
El beneficiario de ese repudio terminó siendo el candidato Morales, quien capitalizó su inexperiencia como una ventaja, el desconocimiento de la población respecto a su trayectoria como algo positivo y de esa manera su irrupción en la política nacional se produjo en el momento preciso en que la población decidió romper con su propia indiferencia que había sido el factor que permitió la clase de gobernantes que tuvimos en esta etapa de nuestra historia.
Porque desde Cerezo hasta Pérez Molina, todos llegaron con cierto grado de respaldo popular y fueron producto de elecciones que no se cuestionan. Nadie se impuso sino que fue el electorado el que les otorgó la oportunidad de hacer gobierno y fue ese mismo electorado el que les dejó hacer lo que les dio la gana, generando el mayor monstruo de corrupción que se pueda imaginar, mismo que fue en espiral creciente de 1985 al 2015, es decir a lo largo de treinta años en los que se ha saqueado y exprimido al país que ha visto desfilar al montón de nuevos ricos producto de los negocios realizados a la sombra del Estado.
Hay muchas lecturas que se pueden hacer del resultado de ayer, pero obviamente el mensaje más claro, más categórico y contundente enviado a través de las urnas, fue ese repudio a lo que el mismo Jimmy Morales calificó como “la vieja… forma de hacer política”. Ahora nos toca ver si la nueva cumple con las aspiraciones populares alejadas ya de la indiferencia.