No deja de ser inaudito que a pocos días de que los guatemaltecos tengan que ir a las urnas a escoger al futuro Presidente, ninguno de los dos contendientes haya abordado siquiera a la ligera el tema de los riesgos que hay sobre la economía nacional y las perspectivas de futuro que tienen preocupados a todos los analistas de América Latina, pero que no interesa a los que aspiran a dirigir los destinos del país.
Una de las fortalezas de la economía guatemalteca ha sido su solidez macroeconómica que tuvo mucho que ver con la disciplina fiscal que significa que no se gastaba más allá de lo que se ingresaba y, en todo caso, el endeudamiento se mantenía en niveles bajos para no presionar a las finanzas públicas. Esa situación, pese a nuestra baja recaudación fiscal con relación al Producto Interno Bruto, fue la gran fortaleza que nos permitió salir mejor librados que otros países de los embates de las crisis financieras que se han dado en los últimos años.
Sin embargo, los últimos tres gobiernos emprendieron una carrera irresponsable de endeudamiento que tendremos que pagar y puede que la factura sea demasiado cara. Berger, Colom y Pérez Molina no tuvieron una adecuada política fiscal y para financiar la corrupción, que es lo único que ha tenido crecimiento sostenido en este país durante estos doce años, decidieron que había que endeudar a los guatemaltecos bajo el peregrino argumento de que todavía tenemos capacidad de contraer deuda.
La deuda no sólo ha crecido, sino buena parte de ella es contraída internamente y eso significa tasas de interés mucho mayores de las que paga cualquier país en el mundo porque la norma es que el financiamiento interno se obtiene en la banca central, mientras que en Guatemala se prohibió al Banco de Guatemala prestarle al Estado y éste tiene que recurrir a los bancos privados del sistema que cobran tasas mucho más altas porque hacen negocio con esos préstamos.
Ni Jimmy Morales ni Sandra Torres tienen la menor idea de lo que significa el complejo panorama financiero que se nos avecina, con la desaceleración del crecimiento de la economía asiática, especialmente de China, y con la perspectiva del aumento de tasas de interés en Estados Unidos. Insensatos al no hablar del tema que les va a reventar en la cara, a cualquiera de ellos que gane la elección, porque no están advirtiendo a la población sobre lo que se viene y a ojos de la opinión pública, ellos serán responsables de lo que ocurra por su incapacidad para hablar del tema.