Eduardo Blandón

Llegamos al último tramo de la carrera para elegir a quien nos gobernará en los próximos cuatro años, según lo establecido por el orden constitucional.  Algunos lo tienen claro y están decididos, otros aún lo piensan y quizá hasta última hora (incluso en las urnas) determinarán su voluntad.

Por mi parte, sugiero algunos criterios que puedan dar luces a tan importante decisión. En primer lugar, sugeriría votar por el candidato que usted identifique con liderazgo. Conoce el Estado, tiene visión de país y cuenta con carácter para la toma de decisiones importantes. Usted lo considera un estadista en sentido pleno.

Seguidamente, decántese por el candidato que se hace rodear por sujetos de evidente honorabilidad.  Nunca vote por el candidato o candidata que se rodee de mafiosos, asesinos, cuatreros, corruptos y/o aprovechados, sin vocación de servicio público. Sospeche por principio de militares y exmilitares.

Vote por quien se sienta usted a gusto como representante del país. No es cuestión de estética, sino de dignidad. No querrá votar por sujetos que no tomen en serio a Guatemala, sin preparación, talento y sentido mínimo de Estado.  Una persona así es insulsa y en reuniones importantes llegará solo a calentar los espacios. Será anodino e insustancial.

Sea indiferente por el candidato o candidata de discurso retraído e inseguro. Ese o esa que en foros públicos parecen haber estudiado sus respuestas. Pero no se vaya tampoco por la finta… ignore también al que le endulce el oído y le dice lo que quiere oír. Sospeche del uso discursivo pseudo religioso y más bien, por principio, elimine de la papeleta a quien más hable de Dios en la campaña.

No es fácil elegir y es posible (con toda seguridad) que ninguno de los dos candidatos llene criterios mínimos. Sopese su voto y determínese por quien, según usted, tenga mayor ventaja (a partir de criterios claros).  Ojo, piense su elección.  No vaya arrepentirse más pronto de lo imaginado.

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