Jorge Mario Andrino Grotewold
@jmag2010
El intento de dar a conocer las distintas propuestas mediante una argumentada discusión de ideas por parte de los candidatos a presidente en esta segunda vuelta electoral, se ha convertido en un mecanismo de estrategia política tradicional, en donde lo que importa es evidenciar la debilidad del enemigo y atacar sin ideas o fundamentos, la personalidad, historia o rasgos personales/profesionales de sus oponentes.
Durante las últimas semanas, los dos contrincantes a la primera magistratura del país, han compartido espacios públicos y privados para dar a conocer sus mecanismos y estrategias en mejorar el país, especialmente en cuanto a los notorios problemas que Guatemala presenta. Se discuten desde la inseguridad ciudadana, pasando por un pobre desarrollo económico/social, así como dramas que involucran aspectos socioambientales que generan riesgo a la población, como lo sucedido recientemente en el Cambray II.
Ninguno de los dos contrincantes han podido dar a conocer de forma coherente y profunda sus propios planes de trabajo, mucho menos hacer una defensa técnica de los mismos ante posiciones contrarias, ya fuere por ideología o bien por las acciones tácticas que originan las políticas públicas, como lo son el presupuesto, el fortalecimiento del Estado o el crecimiento económico. Los debates se han concentrado en dar a conocer las debilidades de sus oponentes, sin privilegiar los tiempos de aire en radio, televisión o prensa escrita, para enumerar cómo proponen cambiar el rumbo del país o bien por lo menos trazar la ruta para el cambio, entendiendo o reconociendo que en un período de cuatro años es complicado solucionarlo todo.
Los temas abordados con tanta generalidad y en tan poco tiempo, obligan a los candidatos a responder en dos minutos o menos, estrategias para combatir la inseguridad, lineamientos para un desarrollo social equitativo o bien cómo se transparentará la función pública, tomando en cuenta los acontecimientos recientes traducidas en investigaciones del Ministerio Público y la CICIG. Eso es técnica y formalmente imposible, en virtud del desconocimiento que presentan ambos candidatos sobre estos temas y porque el público que les escucha tampoco desea hacerlo, pues prefiere los ataques o enojos. Pocos quieren escuchar a detalle la exposición del plan para jóvenes emprendedores y su búsqueda de empleo, por ejemplo.
Roberto Ardón, en su libro titulado «Los Debates políticos en Guatemala» da a conocer tres ejemplos de debates en el que sobresale el del exalcalde Manuel Colom Argueta y el ahora Presidente Alejandro Maldonado, mismo que está disponible en internet. De este debate dentro de los criterios académicos relevantes indica que «los debatientes hicieron un uso muy estudiado de los tiempos dentro del debate……..y la voz para enfatizar las ideas más importantes». En el caso de los candidatos actuales, ante el poco tiempo, exponer las ideas de una seguridad integral, un servicio civil o un desarrollo social se quedan en enunciados, sin profundizar ni convencer.
Para quienes permanecen con la duda de a quién apoyar con su voto en la segunda vuelta de elecciones, y que en realidad observan cuidadosamente las respuestas de ambos candidatos, encontrarán desconsuelo como resultado, pues aunque ambos coinciden en la problemática a seguir, ninguno ha podido explicar más allá del enunciado, la forma en que serán abordadas esas políticas públicas ni los efectos que tendrán en la población en un tiempo determinado.
Esperemos que la selección de un equipo técnico de gabinete sea un refuerzo para la o el próximo presidente de Guatemala, y que con esa nueva etapa democrática del país, la veeduría social continúe y se fortalezca, conjuntamente con aquellos órganos de control que Constitucionalmente están llamados a defender los intereses de la población.