Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Ayer el expresidente Otto Pérez Molina se quejó ante la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, sosteniendo que fue víctima de un golpe de Estado propinado en forma blanda por Estados Unidos mediante la utilización de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala. Ya en una entrevista con CNN Pérez Molina había dicho algo de eso y cuando formuló tal afirmación escribí que era importante que dijera cuál podía ser la razón por la cual Washington podría haber querido removerlo del cargo, puesto que al menos yo no encuentro ninguna razón y acto de desavenencia de su gobierno con el de Estados Unidos.

Es más, siempre supe que Pérez Molina era una especie de consentido de los norteamericanos que lo consideraban un militar confiable para ellos y escuché de varias fuentes que cuando se produjo el escándalo de la renuncia y captura de Baldetti, a él se le respaldó a pesar de muchos esfuerzos que grupos interesados hicieron para darle cara vuelta e instalar un gobierno provisorio.

Hubo delegaciones de guatemaltecos que fueron a Washington a proponerlo y salieron con las cajas destempladas porque ni en el Departamento de Estado ni en la Casa Blanca hubo el menor interés por derrocar a Pérez Molina.

Desde luego que la jugada que ahora ejecutan los abogados de Pérez Molina es audaz porque recurren a la comunidad de Estados Latinoamericanos que están enfrentados directamente con Washington y pretenden, con ello, atraer a su causa a gobiernos ubicados a la izquierda del espectro político para confrontarlos con el gobierno de Obama. No deja de ser extraño ver que los abogados del exmandatario, que son también abogados de Ríos Montt y de otros militares acusados de delitos de lesa humanidad, busquen ahora cantinearse a Correa, Maduro y Morales, por lo menos, para que se conviertan en defensores del general Pérez Molina.

Nadie pudría haber imaginado que el abogado Moisés Galindo, por ejemplo, pudiera pensar en los gobernantes izquierdistas de la América del Sur como sus potenciales aliados para librar la batalla jurídica por el expresidente guatemalteco acusado de delitos de corrupción.

Pero así es la vida de veleidosa y así son las vueltas que va dando de acuerdo a las circunstancias y necesidades de cada quien. Y como se dice en la jerga jurídica, la diligencia es permitida y tienen todo el derecho de recurrir a quienes podrían ser considerados como sus odiados enemigos para tratar de que comprueben si fue Estados Unidos quien causó todo el problema en Guatemala o si realmente existen condiciones internas de corrupción que justifican el proceso iniciado contra las dos más altas autoridades de la República.

Insisto en que a mí no me aparece en el radar ninguna razón, motivo o circunstancia por la cual los norteamericanos hubieran querido salir de Pérez Molina. Creo que había mucho malestar en Washington con Baldetti por los vínculos con la señora Chacón que está presa en Miami, pero honestamente no escuché nunca que al general Pérez Molina lo metieran en ese mismo costal.

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