Rolando Alfaro Arellano

«Nadie mejor que el dueño cuida de lo propio».
(Santo Tomás de Aquino)

-Dedicado a los futuros legisladores-

-II-

La República de Guatemala en las últimas décadas ha venido experimentando variedad de desastres ambientales, sin embargo, muchos de éstos pudieron haber sido evitados mediante programas efectivos de educación ambiental.

En ese sentido, hasta la fecha no se ha sabido que existan programas permanentes de educación ambiental: aunque, luego de una catástrofe vienen los lamentos y múltiples explicaciones, a efecto de justificar las razones de los referidos desastres.

Además, insistimos que la legislación específica ambiental en nuestro entorno resulta ser demasiado débil, sin verdaderos respaldos jurídicos que ilustren a los habitantes del territorio nacional acerca de los peligros que entrañan las conductas depredadoras y de la ignorancia de los efectos dañinos que ocasionan la contaminación ambiental.

No nos explicamos muchos guatemaltecos la falta de reglamentos que desde hace varios años se han omitido por las autoridades respectivas para educar a las poblaciones en el cumplimiento de normas que prevengan los citados daños que tanto luto nos embarga a propios y extraños.

Lo anterior no escapa a los ojos de ambientalistas como Magaly Rey Rosa, al referirse a uno de los recientes foros presidenciales, en los que participaran estudiantes representantes de distintas universidades del país y que indicará: «Qué pasó mucha», pues de todas las preguntas que formularan ninguna se relacionó con el mejoramiento ambiental de los guatemaltecos.

El indicado error, es gravísimo, pues denota poco interés de los participantes estudiantiles en obtener información de su entorno humano o de su ambiente, que al seguir permitiendo su deterioro, sólo nos conducirá al aumento de desastres, enfermedades pulmonares y respiratorias y a la muerte.

Por otra parte, existe una enorme desinformación en el entorno jurídico nacional al querer incluir en normas generales a las normas específicas ambientales, producto de la participación de nuestro país en la Conferencia sobre el Entorno Humano de Estocolmo, Suecia y la de Río de Janeiro, Brasil. A partir de esas importantes reuniones, nació el moderno Derecho Ambiental.

Sería muy beneficioso que los señores legisladores que ocuparon curules desde 1986 a la fecha, nos señalarán cuántas leyes ambientales han aprobado, por ejemplo: Ley del Agua, Contaminación atmosférica, del ruido, desechos sólidos y un largo listado. La patria se los agradecerá.

Finalmente, apelo a la conciencia de los buenos compatriotas para que incluyamos en nuestras agendas el cumplimiento de los obligados a mejorar la salud de los guatemaltecos y del ambiente que a cada uno nos rodea.

OBRAS SON AMORES Y NO BUENAS RAZONES.

Artículo anteriorPutin en San Petersburgo
Artículo siguienteEducación para el año 2015 – Sexta parte