Por el bien del país, pensamos que este gobierno podría trascender pese al escaso tiempo que tendría para lograr resultados importantes, y que uno de los asuntos más urgentes sería ejercer liderazgo para resolver el relajo que se estableció en la administración pública a partir de los famosos pactos colectivos de condiciones de trabajo en las dependencias del Estado que comprometen la salud fiscal del país para el futuro porque no hay forma de honrar esos acuerdos sin hacer pedazos al fisco.
Sin embargo, cuando el Presidente de la República nombró al señor Méndez Herbruger como ministro de Economía, envío la señal categórica de que ese tema a él, a Maldonado Aguirre, le viene del norte porque precisamente ese señor, cuando fue Presidente del Congreso, suscribió uno de los peores pactos colectivos que hay en funcionamiento. Cierto es que Méndez fue importante en la designación de Maldonado Aguirre como magistrado constitucional y por ello fue premiado, pero el mensaje categórico que se manda es que al gobierno provisorio actual le importa un pepino lo que irresponsablemente se hizo con los pactos colectivos que endeudan al Estado comprometiendo recursos futuros que no existen y que ya ahora ponen a las dependencias en trapos de cucaracha.
Méndez no es, desde luego, ninguna lumbrera en economía porque si lo fuera hubiera sabido que no se puede asumir un compromiso como el que constituye el pacto colectivo que él firmó, arbitrariamente, con los trabajadores del Congreso. Sin embargo, fue nombrado Ministro de Economía en lo que no se explica sino como el pago de una deuda personal que el Presidente tenía con ese individuo nada calificado para desempeñar el cargo.
Lo peor de todo es que se envía un mensaje funesto al país, a los funcionarios públicos y a los trabajadores del Estado porque el premio otorgado a quien fuera Presidente del Congreso no se puede deslindar del acto de suprema irresponsabilidad cometido por ese mediocre funcionario público. Cómo se puede pretender que el Ministro de Educación, por ejemplo entienda la gravedad de la situación en la cartera si su jefe superior premia a quien puso al Congreso en iguales condiciones. Natural entonces que todos se hagan los papos y no entiendan lo que está pasando y la importancia de sentarse a hablar con los “beneficiarios” de los pactos para enmendar un problema que nos llevará al abismo. Y ponemos así, entre comillas, lo de beneficiarios porque los verdaderos beneficiados no son los trabajadores sino los dirigentes que se recetaron prebendas enormes y que compartieron con los abogados los honorarios millonarios.