Fernando Mollinedo C.

La impunidad hace a Guatemala uno de los países más corruptos en el hemisferio americano y con la guinda de ser también paraíso fiscal; lo anterior no es cuento… lo he comprobado a través de muchos años de estar escribiendo mis opiniones y comentarios, pues me tocó enfrentar en la labor periodística situaciones que pusieron en peligro mi vida; por lo que entendí algunas cosas, lo cual no significa condonar ni justificar y mucho menos aprobar las conductas que tienden a suprimirla, sobre todo, de manera violenta.

Corrupción es un término de moda que se utiliza para explicar que en nuestro país, mientras exista la impunidad nunca se acabará la corrupción; es decir, que al no contar con una fórmula para acabar con ella, nos veremos obligados a exigir a las autoridades el control inmediato de esta. A no ser que, como ocurrió con el equipo de personas que hicieron gobierno con Pérez Molina, las nuevas autoridades copien el modus operandi de tan nefastas acciones de latrocinio.

La corrupción e impunidad son muy difíciles de combatir en un país donde la pobreza está generalizada, aunque no sea el único, pues la falta de educación, cultura y desarrollo humano son el caballito de batalla y caldo de cultivo para vivir en estado de “sálvese el que pueda” no importando pisar a otros.

La corrupción no es invento chapín, en casi todos los países del mundo existe en grados menores, intermedios y grandes con respecto a Guatemala, tal el caso de Alemania con el trucaje de los miles de vehículos que fueron “arreglados” para que pasaran el examen de contaminación en otros países; otra cuna de la corrupción es Estados Unidos con sus debacles financieras, bancarias y de bienes raíces en la primera década de este siglo (años 2000); de ello copiaron los delincuentes bancarios guatemaltecos, perdón, quise escribir, inversionistas y empresarios bancarios, materializando las “quiebras” de los bancos Promotor, Metropolitano, Bancafé, De Comercio, La República, Empresarial y otros más de cuyos nombres no quiero ni acordarme.

La población no alcanza a comprender la magnitud de los fraudes cometidos por estos ladrones de cuello blanco, muchas veces con la complicidad del Estado; cuyas consecuencias hoy son: desabastecimiento en los hospitales, escuelas inapropiadas, falta de seguridad pública, carreteras en pésimo estado, carencia de oportunidades de empleo, desfalcos, desnutrición, delincuencia organizada, desorganizada, común y ahora, gubernamental con varias “Líneas” por conocer.

Para donde veamos hay corrupción e impunidad ¿Dónde es mayor? Eso dependerá de los juicios particulares de cada persona (España: familia real; Italia: las mafias; Brasil, Rusia, Arabia Saudí, la lista es interminable) Y acá en Guatemala, deberíamos escarbar en cada ministerio y secretarías de Estado para encarcelar a los ladrones que aún están en ejercicio del poder y sobre todo: HACER QUE DEVUELVAN EL DINERO HUEVEADO SO PENA DE MUERTE CIVIL (retirarles su identificación personal, aplicarles la Extinción de Dominio a los bienes adquiridos con dinero del pueblo y sentenciarlos a cadena perpetua).

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