Luis Enrique Pérez
Sobre Cristóbal Colón y su grandiosa aventura náutica destinada a descubrir una nueva ruta marítima comercial entre Europa y Asia, persisten dos errores. El primero consiste en creer que él descubrió América. Es evidente que él no descubrió ese nuevo continente, ni él mismo creyó descubrirlo. Antes que él habían llegado a América, por ejemplo, a partir del año mil aproximadamente, piratas y guerreros escandinavos llamados “vikingos”, quienes exploraron la isla de Groenlandia (que habitaron quizá durante 500 años), y la isla de Terranova, en el norte de Canadá.
Más recientemente, Gavin Menzies, quien fue funcionario de la Marina Real de Gran Bretaña, propuso la controvertida tesis de que los chinos llegaron a América en el año 1421, es decir, 71 años antes de que llegara Colón. Menzies afirma que Colón hasta pudo haber empleado la presuntamente avanzada cartografía china, con el propósito de emprender su audaz aventura náutica hasta territorios de América. Antes que los chinos, los irlandeses habrían arribado a tierras de América (entre ellas, la costa oriental de Estados Unidos de América).
El segundo error consiste en afirmar que el arribo de Cristóbal Colón a tierras de América fue un descubrimiento. Empero, él no descubrió un nuevo continente, no porque otros navegantes hubieran llegado antes a esas tierras, sino porque él mismo no sabía que ellas eran parte de un nuevo continente. Como se sabe, Cristóbal Colón creyó que había llegado a costas de Asia y, por consiguiente, según él, había encontrado una nueva y más corta ruta marítima entre Europa y Asia. Tampoco los irlandeses, o los escandinavos o los chinos que habían llegado a tierras de América antes de que llegara Colón, sabían que esas tierras eran parte de un nuevo continente.
Empero, crecientes e intrépidas exploraciones de tierras de América demostraron que ellas eran parte de un nuevo continente, y no parte de Asia. El explorador, navegante y cartógrafo Amerigo Vespucci fue, aparentemente, el primero en afirmar que las nuevas tierras pertenecían a un nuevo continente, que era un nuevo mundo. Por esa razón, el geógrafo y cartógrafo alemán Martin Waldseemüller (con Mathias Ringmann) denominó “América” al nuevo continente. Las primeras exploraciones, sin embargo, insinuaban que el nuevo continente estaba constituido únicamente por América del Sur. Originalmente el nombre “América” incluía, entonces, solo esa parte del continente; pero posteriores exploraciones demostraron que América del Norte también era parte de ese nuevo continente.
Una enseñanza de la historia universal que pretenda tener la mejor calidad debe abstenerse de persistir en la propagación de esos dos errores, y optar por la verdad: Colón no fue el primer europeo que llegó a tierras de América. Tampoco ese arribo fue un descubrimiento, puesto que Colón mismo creía que arribaba a un continente ya conocido, es decir, Asia, aunque, entre todos los navegantes que habían arribado a tierras de América, solo el arribo de Colón inició una permanente relación social, política y económica entre Europa y el nuevo continente. Por supuesto, esa misma enseñanza debe reconocer que una creciente exploración de las nuevas tierras permitió comprobar que ellas pertenecían a un nuevo continente. Era necesario comprobar, por ejemplo, que las nuevas tierras constituían una unidad geológica, y que esta unidad estaba situada entre masas oceánicas, y tenía una magnitud tal que constituía un continente. Realmente no hubo alguien que descubriera América, sino solo hubo una comprobación de que las nuevas tierras eran parte de una nueva masa continental.
Post scriptum. El 12 de octubre de 1442 es la fecha de arribo (o de la aproximación) de Cristóbal Colón a tierras de las cuales posteriormente se comprobó que pertenecían a un nuevo continente; pero no es la fecha en la que él descubrió un nuevo continente. Si en la ciencia de la historia importa la verdad, como importa en la física, en la química o en la biología o, en general, en el conocimiento, no debe adjudicarse a Colón el descubrimiento de América.