Alfonso Mata
Hay dos temas que resultan impostergables: uno consiste en crear la visión de una futura sociedad justa. El otro, comprender claramente la naturaleza del poder, la opresión, el terror, y la destrucción que afecta tanto a la sociedad como a las instituciones de gobierno. Esto último es la primera tarea a realizar para entender cómo funcionan las instituciones económicas, financieras, comerciales y los servicios tanto públicos como privados multinacionales y nacionales, que de ninguna manera, son neutros, ante los acontecimientos nacionales.
Pues seamos claros: en el actual sistema, somos dependientes de lo que se puede denominar “democracia de mercado” y en medio de eso, tenemos que reconstruir un concepto de naturaleza humanística o humana basado en libertad, dignidad, creatividad y de otras características, ligadas a una nueva noción de estructura social. Tenemos entonces que partir que hemos creado o vivimos en una sociedad en que no se permite a muchos y muchas, realizarse con derechos y posibilidades.
No soy capaz de crear ni de definir o proponer, un modelo de funcionamiento social ideal para Guatemala; pero sí estoy claro, que el poder está localizado en manos de personas que ejercen su mando y gobernanza a través del terror, intimidación, chantaje y clientelismo y que las instituciones están desvirtuadas, incumpliendo con su origen y finalidad de trasmitir y ejecutar decisiones y de castigar a aquellos que no las obedezcan. A eso debemos apuntar a cambiar.
Pero también creo que el poder político, se ha estado ejerciendo de forma independiente por todos los organismos e instituciones de gobierno, aparentando no tener nada en común y haciendo cosas independientes, cuando en realidad no lo son y “echando pan sólo para su matate”. Las universidades por ejemplo, que están para distribuir y transferir saber, investigar situaciones y condiciones nacionales, proponer mejor gestión y mejoramiento humano, lo que están haciendo, es mantener en el poder a una determinada clase de individuos, producto de la formación que han dado dentro de sus recintos académicos y de esa manera excluyen a otros. Las neurociencias como psicología y psiquiatría, solo para mencionar ejemplo, que se supone sirven para mejorar la conducta y comportamiento humano, lo que nos muestra la realidad nacional es que han logrado, todo lo contrario: una sociedad violenta y una forma de hacer política perversa ¿En qué falla el sistema educativo?
Es entonces tarea política de la ciudadanía y sus representantes, criticar el juego de las instituciones aparentemente enclaustradas por los políticos a su servicio o bien solo para el beneficio de sus (algunos) miembros. Criticarlas y espulgarlas, de tal manera que terminemos con la violencia política social y financiera, que ellas ejercen de manera oscura dentro de ellas y contra la sociedad. Eso hay que desenmascararlo y luchar contra lo que se encuentre.
Aunque no de la misma manera, en todas las edades de nuestra historia, las prácticas políticas perversas se han hecho y sus evidencias se pierden si las luces se apagan, dejándonos actuando a ciegas. Necesitamos evidencias, una nueva luz, nueva iluminación de las instituciones, nuevas reglas de comportamiento y eso solo puede ser fruto de análisis conscientes sistemáticos e integrales, que corresponde a la ciencia tecnología poner en práctica y a la justicia y el aparato estatal en acción, darles cumplimiento. No son caprichos ni emociones lo que motiva los reclamos de las clases sociales, son la pérdida de las garantías, para poder ejercer sus derechos y la falta de libertad, para poder vivir bien y mejor. Lo político, lo financiero, la equidad, el acceso a recursos, ciencia y tecnologías adecuadas, son los instrumentos para lograr nuevas prácticas sociales y económicas, que faciliten y habiliten la acción.