Factor Méndez Doninelli
“Cuando hablamos de nuestros programas sociales no debemos apartar la mirada de los grupos indígenas ni de las necesidades propias de la juventud y de la mujer, a quienes debemos considerar como nuestras mejores reservas, como los tesoros más apreciados de nuestra riqueza humana.”
Jacobo Árbenz Guzmán, 1951
Este año en Guatemala conmemoramos el 71 aniversario de la Revolución del 20 de Octubre de 1944 y el vigésimo del retorno de los restos del presidente Árbenz. Para conmemorar ambos acontecimientos, la Universidad de San Carlos de Guatemala (Usac), organizaciones sindicales, campesinas y sociales han preparado un programa de actividades que inicia el domingo 11 de octubre, con una conferencia de prensa en la que se harán públicas las acciones organizadas, que incluyen caminatas, conferencias, conversatorios, foros radiales y televisivos, exposición de fotografías, proyección de videos, concierto de estudiantinas y homenajes, uno en el panteón del Cementerio General donde están los restos del presidente Árbenz y otro en el Museo Universitario (Musac).
El programa culmina con la magna y tradicional caminata que todos los años organizan y convocan organizaciones sindicales, campesinas, estudiantiles y populares. He sabido que la familia Árbenz, encabezada por Jacobo, hijo y las nietas del Presidente, vendrán desde Costa Rica donde residen, para participar en varias de las actividades conmemorativas.
La gesta revolucionaria cívico militar de 1944 es el principal acontecimiento social, político, económico y cultural del siglo pasado, sobre todo, por la incidencia que tuvieron las acciones emprendidas por los gobernantes de ese período que en la práctica significaron una refundación del Estado. Por su atributo y contenidos sociales, la Revolución de 1944 es emblemática en la historia nacional y tanto la Junta Revolucionaria de Gobierno, instalada inmediatamente después del triunfo revolucionario, como las administraciones de los presidentes Juan José Arévalo y Jacobo Árbenz Guzmán, son recordados por sus acertadas acciones que en general favorecieron intereses de sectores sociales históricamente marginados, excluidos y discriminados.
Es pertinente recordar algunos logros relevantes del período revolucionario de diez años, conocido como “la primavera democrática”. Uno, la Junta Revolucionaria que gobernó seis meses, aprobó en conjunto un paquete de 84 leyes, organizó y convocó a elecciones libres y democráticas y sentó bases para el ulterior desarrollo de políticas con profundo contenido social, ejecutadas sucesivamente por los presidentes Arévalo y Árbenz. Dos, la administración del presidente Arévalo, promulgó el Código de Trabajo, creó el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, la Facultad de Humanidades, los principales museos nacionales. Construyó escuelas tipo “federación”, dignificó al gremio magisterial, otorgó autonomía a la Usac y a municipalidades. Tres, Árbenz profundizó el proceso, rompió monopolios estadounidenses como el ferrocarril y el servicio de electricidad, construyó la carretera al Atlántico y el puerto Santo Tomás de Castilla, la hidroeléctrica Jurún Marinalá y mediante Decreto 900, promulgó la Ley de Reforma Agraria. Entregó tierra a los campesinos y propuso impulsar un desarrollo capitalista moderno.
En suma, los logros y avances sociopolíticos alcanzados en ese entonces, no han sido superados por ninguna de las administraciones sucesoras. El legado de estos dos estadistas no puede ser negado. Su ejemplo está presente en la lucha actual, que persigue otra refundación del Estado, mediante asamblea nacional constituyente. Invitados a participar en las actividades conmemorativas.