Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

En las grandes ciudades el servicio de transporte público funciona con eficiencia y el mismo es utilizado por personas de todos los estratos sociales, sin distinción alguna, porque facilita la movilización de las personas con costos muy inferiores a lo que significa utilizar vehículos particulares. Una de las características de casi todos esos modelos de transporte es que son administrados por empresas municipales que garantizan a los usuarios seguridad, puntualidad y rapidez.

En Guatemala no tenemos ni idea de lo que es eso porque aquí prevalece un modelo de negocio que explota de manera corrupta, con la complicidad de políticos y autoridades, la necesidad de transporte. Desde que se estableció el sistema de “camionetas” a principios del siglo pasado, fueron empresas particulares las que asumieron la prestación del servicio y tras varios años de relativo comportamiento responsable, surgieron los consorcios que finalmente derivaron en la asociación que hoy por hoy mantiene el control y que ha hecho del subsidio una fuente segura de ingresos sin necesidad de ofrecerle nada al usuario porque el mismo no cuenta en la relación. Por si fuera poco, lograron que Colom y Arzú les crearan ese mamotreto del Transurbano que fue uno de los más sucios y descarados negocios realizados en la historia del país y por el que ni el expresidente ni el eterno alcalde rinden cuentas, no digamos los mal llamados empresarios que se embolsaron también millones.

Mientras haya autoridades con mente obtusa jamás se podrá pensar en una planificación que permita desarrollar sistemas de servicio en el transporte público del área metropolitana de la ciudad de Guatemala. Para empezar, no existe legalmente el área metropolitana porque el Alcalde capitalino no se rebaja a sentarse con los Alcaldes de otros municipios vecinos. Falta le haría la humildad del Papa Francisco quien en Nueva York se sentó con pastores de distintas denominaciones, todos de menor jerarquía que él, asumiendo una postura de respeto para todos y cada uno de los presentes con el fin de armonizar ese espíritu de ecumenismo que pregona.

Un sistema eficiente de transporte para toda el área metropolitana de la ciudad de Guatemala es urgente, pero requiere de autoridades con visión y sentido del servicio, que rompan sus compromisos con los autobuseros que son los amos de la situación y que han ido incrementando su poder político gracias a la complicidad de las autoridades que prefieren seguirles tirando millones en subsidio y mediante el fideicomiso del Transurbano que iniciar un sistema eficiente como el que opera en otras ciudades del mundo.

Sostengo que la diferencia fundamental está en que Guatemala tiene un negocio de transporte público que antepone el lucro y la ganancia a los intereses y conveniencia del usuario. En otras ciudades se antepone lo segundo y por ello operan modelos de enorme eficiencia que cubren prácticamente todas las rutas, combinando sistema de buses como el metro que puede ser subterráneo o de superficie, según las condiciones peculiares de cada ruta.

Áreas metropolitanas más pequeñas que la nuestra ya tienen mejor sistema de transporte, mientras aquí, entre vanidades de un Alcalde y ausencia de concepto urbanístico, seguimos dejando que sea una corrupta asociación la que imponga su ley.

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