FRANCISCO CÁCERES BARRIOS

Sus familiares me contaron que estaba padeciendo quebrantos de salud pero nunca pasó por mi mente que pudiera fallecer tan pronto. Así somos los humanos, nos aferramos tanto a los seres queridos que bloqueamos nuestra mente y creemos que son eternos y que nunca vamos a dejar de disfrutar de su presencia terrenal. El Doctor Asturias fue amigo de mis padres, lo que significó que lo conociera de toda mi vida llegando a ser un personaje inolvidable por su don de gente, caballerosidad y muestra palpable de que sí es posible hallar personas que satisfagan hasta en demasía los requisitos constitucionales por contar con altos méritos de capacidad, idoneidad y honradez cuando se trata de optar a cargos públicos.

Su trayectoria política fue tan amplia y honorable que siempre fue considerado no como militante sino de fehaciente civismo, al punto de haber participado en la gesta de la Revolución de Octubre de 1944 sin importarle poner en riesgo su propia vida, con tal de lograr conquistar la libertad tan ansiada después de una implacable tiranía de catorce años. Su larga trayectoria de servicio a la comunidad empezó desde haber obtenido el título de Médico y Cirujano y luego se consolidó hasta haber formado parte del primer Congreso de la Revolución y tiempo después desempeñar los cargos de Ministro de Salud Pública y Asistencia Social y Consejero de Estado.

La seguridad social guatemalteca fue en su vida siempre una gran inspiración y pasión hasta llegar a la consolidación de sus sueños por ser uno de sus fundadores, asesor técnico y haber desempeñado la Gerencia aplicando sus grandes valores y principios éticos. Aquí fue en donde más pude conocerlo pues me brindó la oportunidad de servir a dicha entidad en cargos ejecutivos de alta responsabilidad, haciendo resaltar durante su esforzado empeño la enorme diferencia que existe en trabajar a gusto con alguien que no permitía ningún tipo de presión u orientación, pues su interés primario se mantuvo siempre en lograr para el IGSS los más altos objetivos de satisfacción para quienes sufragaban sus programas, costos y gastos, tanto trabajadores, patronos y el Estado en conjunto y en ese orden.

El doctor Asturias fue un trabajador inagotable en beneficio de la sociedad guatemalteca. Prueba de ello era su comentario que cuando muriera tendría tiempo suficiente para descansar. De ahí que ahora en su memoria recuerde las célebres palabras del famoso filósofo y escritor español Fernando Savater, cuando después de muchos años de estudiar la ética llegó a la conclusión que toda ella se resumía en tres virtudes: coraje para vivir, generosidad para convivir y prudencia para sobrevivir. Sentido pésame a sus deudos.

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