Roberto Arias
Quizás el problema mayúsculo o por lo menos la raíz de los múltiples problemas que afronta Donald Trump es que no es multimillonario. Trump es multibillonario y fue dueño de uno de sus negocios favoritos: El multimillonario negocio Miss USA y Miss Universo, el que es una demostración de su estúpido machismo utilizado para rebajar a las jóvenes que compiten casi desnudas por un puesto que les da una efímera popularidad y las espectadoras en todo el mundo sienten la puerilidad del sueño de ser ellas mismas quienes están en la competencia.
Trump, de la misma forma ha impactado en sus seguidores de una manera sutil, utilizando la misma psicología comunicacional del concurso, haciendo creer que un empresario de éxito como él es lo que necesita su nación para obtener de nuevo la grandeza que tuvieron en épocas anteriores los Estados Unidos de América.
Donald Trump está vendiendo la idea de que una nación es comparable a una cadena de supermercados o venta de hamburguesas o de pizzas. Ha presentado la ideología de los negocios de alto impacto para compararla con la conducción efectiva y eficaz de una nación y, gran parte de sus seguidores, que son gran parte del pueblo estadounidense, se han tragado el anzuelo con todo y plomo… y pita.
La idea del consumismo es lo que aglomera a Donald Trump con sus seguidores, adicionalmente al pánico que sienten de un inminente cambio étnico, cultural, económico y aún religioso dentro de su país. –Inevitable por la dinámica eternamente cambiante de las circunstancias dentro del globo terráqueo y el humano-.
De allí el sucio discurso xenofóbico de Trump, particularmente contra “Los mejicanos”, como él les llama, pero “Los mejicanos” son simplemente una figura retórica para referirse a los latinoamericanos en general. Trump cree ser un auténtico anglosajón, es decir, de los descendientes directos de un pueblo germánico que habitaba antiguamente en la desembocadura del Elba, y parte del cual se estableció en Inglaterra en el siglo V, sin pensar en el caldero étnico en que se convirtió Europa, de donde emanaron muchas razas actuales diseminadas en ese y en otros continentes. Trump podría ser cruzado hasta con Comanches, Pies Negros o Apaches, pero el racismo y el engreimiento lo ciegan absolutamente.
Definitivamente Trump podría ser hasta un anarquista. Lo abusivo que es para tratar a las personas, incluyendo a sus empleados, nos demuestra que Trump sería otro Hitler en el mundo, únicamente que con más poder. Desde ya tiene cegados a sus seguidores, quienes ven en él a un billonario y quisieran ser como él. Pero no lo son. Son personas trabajadoras de la clase media y punto. ¡Muchos creen que ser rico es ser más inteligente!
Pero para los latinoamericanos que tenemos dignidad, Donald Trump no es noble como la mayoría de los estadounidenses. Para muchísimos latinoamericanos dignos, Donald Trump no ganará las elecciones en su país por su mostrenca campaña. Trump es simplemente la perfecta figura de lo que nosotros los latinos coloquialmente llamamos: Un verdadero hijo de la gran puta.