Basta lo que ha salido a luz sobre las graves deficiencias en el proyecto de Presupuesto General de la Nación y la estupidez de incrementar groseramente la deuda con bonos que resultan carísimos, para que el Presidente decida despedir, sin más trámite, al inútil que ocupa la cartera del Ministerio de Finanzas. Dorval Carías llegó a ese puesto por cachucha porque nadie quiso aceptar ser el administrador de la corrupción que dirigía la Baldetti y como Presidente del Directorio de la Superintendencia de Administración Tributaria no puede ser ajeno a la defraudación tributaria pero, además, el mismo Pérez Molina dijo que fue él quien le recomendó a quién poner como Superintendente de la SAT, por lo que su permanencia en el puesto es una vergüenza intolerable.

Ya es tiempo de que entendamos que el ejercicio de una función pública implica responsabilidades y que quien por estupidez o mala fe actúa en contra del sentido y espíritu del servicio público, no puede seguir en el puesto. Sin la complicidad del Ministro de Finanzas la corrupción no sería posible porque ese funcionario podría detener todas las operaciones dolosas que afectan al erario. Esta afirmación vale tanto para Carías como para quienes fueron Ministros de Finanzas y se plegaron a las instrucciones de sus jefes para autorizar y tramitar operaciones que fueron absolutamente corruptas. Desde las bolsas solidarias diseñadas no para atacar la pobreza sino para ganar votos, hasta los oscuros manejos de la SAT, todo lo que se hace tiene que ser con el visto bueno del titular de la cartera encargada del manejo del Tesoro.

Carías fue un eterno burócrata que supo al dedillo cómo se cuecen las habas de la corrupción y cuando aceptó hacerse cargo del despacho del ministerio sabía exactamente a quién le tendría que rendir cuentas. Así como en el gobierno de Colom los ministros sabían que su jefa era la entonces esposa del Presidente o Primera Dama, en este gobierno nadie podía poner en duda que el poder tras el trono, la verdadera autoridad para autorizar o no negocios, era la Vicepresidenta y quien aceptó jugar con esas reglas de juego tiene que afrontar su responsabilidad.

Pero, además, este Presupuesto es la prueba de que hasta como supuesto técnico, Dorval Carías es un fiasco y no puede seguir al frente de la cartera que maneja los recursos del Estado. Su proyecto de presupuesto es tal tipo de mamarracho que hasta los diputados se dieron cuenta de las estupideces que contiene y solo falta que, como otros sinvergüenzas antes que él, termine como funcionario internacional pese a su declarada ineptitud.

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