Félix Loarca Guzmán
La histórica visita pastoral que el Papa Francisco inició el sábado pasado en Cuba y trasladándose ayer a Estados Unidos, con mensajes en favor de la paz y la causa de los pobres, ha evidenciado que se trata de un líder carismático, poseedor de grandes virtudes con un profundo compromiso por la solidaridad y el bien de la humanidad.
Coincidentemente, el sumo Pontífice, fue quien con su apoyo y sus oportunas acciones mediadoras, contribuyó en forma decidida al desarrollo del diálogo entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos, para el restablecimiento de sus relaciones diplomáticas.
Durante su visita a Cuba, el Papa Francisco fue objeto de grandes demostraciones de cariño, respeto, admiración y hospitalidad por parte del pueblo, que se volcó a las calles para expresarle su simpatía.
Además de reunirse con el Presidente de Cuba Raúl Castro Ruz y con el líder de la Revolución Cubana, Comandante Fidel Castro, con quienes abordó temas de gran trascendencia relacionados con la preservación de la paz entre los pueblos y la supervivencia humana, ofició tres misas multitudinarias.
Al darle la bienvenida en el aeropuerto internacional José Martí de La Habana, el Presidente Raúl Castro, le dijo al Papa lo siguiente: “Nos sentimos muy honrados con su visita”.
Agregó que el sistema internacional actual es injusto e inmoral. Ha globalizado el capital y convertido en su ídolo al dinero.
También puntualizó: “Avanzamos resueltamente en la actualización de nuestro modelo económico y social para construir un socialismo próspero y sostenible, centrado en el ser humano…” Dijo que preservar el socialismo es garantizar la independencia, soberanía, desarrollo y bienestar de la Nación.
En su reciente visita a Bolivia, el Papa Francisco lanzó fuertes críticas al sistema capitalista, especialmente por las desigualdades y la avidez desenfrenada por el dinero.
En su exhortación apostólica titulada La Alegría del Evangelio, el Papa Francisco criticó la idolatría del dinero. El Papa ha señalado que la nueva evangelización de la Iglesia tiene como misión “colaborar para resolver las causas instrumentales de la pobreza y para promover el desarrollo integral de los pobres.” “No compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles la vida”.