Dra. Ana Cristina Morales

Considerar fortalecer la relación familiar comenzando con la pareja ayuda a encontrar armonía dentro de sí al igual que con el mundo externo. Cualquier relación se tiene que cultivar para que crezca y madure. La pareja tiene que aprender a vivir compartiendo un mundo y un espacio en común, pero no perdiendo la identidad personal y la independencia.

Con la finalidad de que las parejas perduren en el tiempo han de innovar su relación para propiciar nuevos brillos que permitan que la cotidianidad no los enfrasque. La pareja al conformarse adquiere el compromiso de cuidarse uno al otro, así como a su familia. Para ello es necesario aprender a respetarse, escuchar realmente lo que la otra persona trata de decir y tomar nota con la importancia que requiere. Compartir actividades de manera conjunta, no descuidar la vida sexual de la pareja y proporcionar espacios de reflexión, de crecimiento y de vida social a la persona que comparte nuestra vida.

La incorporación de estilos de vida saludables dentro de la pareja le ayudará a tener una mejor vida tanto en la esfera física como mental. Esto se refiere a organizar la comida para que esta sea nutritiva y exenta de productos nocivos a la salud, realizar deporte o ejercicio físico; para lo cual han de encontrar tiempo y entusiasmo. Es frecuente que las personas cuando constituyen una pareja, se apartan del cuidado de mantener actividades físicas que le ayuden al encuentro con una buena salud.

Espacios de recreación, de involucramiento con las artes, lectura y escritura podrán ser hábitos que ayuden a la pareja a sentirse más a gusto dentro de la relación. El compartir tareas dentro del hogar cuando esto sea necesario también es una expresión de afecto dentro de la pareja. Al discutir encontrar formas respetuosas de comunicarse, evitar sarcasmos, ofensas que más tarde pueden crear resentimiento de alto grado de dificultad de remover.

Ser político hasta donde sea posible con la familia de nuestra pareja. Existen estereotipos hasta este momento en que muchas familias tratan mal a la pareja de su hijo o hija por inadecuaciones personales como celos, envidia o competitividad. Lo ideal antes de formar una pareja es llegar a conocer la familia del cónyuge. Porque esta puede marcar una ruta fácil o difícil para la nueva familia. Y en verdad existen casos donde la persona no desearía separarse de su pareja pero si tener divorcio con la familia de esta. Al casarse la persona ingresa a una nueva familia, sus hijos serán los nietos de los padres de su cónyuge y los hermanos de este serán sus tíos.

Las situaciones de ver a la nuera como la no era o al yerno con déficits que le hacen imposible ser aceptados por los padres y familia conyugal de manera afortunada se encuentran cambiando; y cada día las nuevas parejas encuentran apoyo, respaldo y protección en la familia política. Pero esos cuentos de hacer sufrir, descalificar, atormentar y hasta torturar a la persona elegida por el hijo o hija, sigue siendo una práctica realizada aún en nuestros días.

La felicidad de la pareja consiste en la armonía que encuentre dentro de la relación y su capacidad para enfrentar problemas de manera madura. El hecho de que cada integrante de ella logre mantener lealtad y fidelidad, respeto y amor por la otra persona y por las personas y las situaciones que le significan alegría personal a su compañero o compañera. Venimos a este mundo a ser felices y la responsabilidad de nuestra felicidad nos pertenece, no podemos responsabilizar a nuestra pareja de lo infelices que nos sentimos en la vida. Si no estamos contentos dentro de la relación existen alternativas como la ayuda profesional de terapia de pareja para compartir situaciones y evaluar formas de resolver problemas. Lo que también es cierto es que cuando se constituye una relación de pareja habrá que luchar para que ella se mantenga. Siempre y cuando el amor y el respeto sean parte de las motivaciones de la pareja para seguir adelante.

En un libro ceremonial del matrimonio encontré la siguiente frase que comparto: «Unidos hasta que perdure el amor». Y no hasta que la muerte nos separe.

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