Isabel Pinillos
Puente Migraciones
Ayer arribó el Papa Francisco a Estados Unidos. Según el Secretario de la Santa Sede, el Cardenal Pietro Parolín, el fenómeno migratorio «será uno de los temas más importantes de la visita papal» agregando que espera que «la visita del Pontífice, que siente ese problema con el corazón, sirva para encontrar salidas».
Esta visita se da en el contexto de un país que actualmente debate sobre la regularización de migrantes indocumentados que ingresan de manera irregular. Existen posiciones encontradas, pero un extremo promueve la deportación masiva y el endurecimiento aún mayor de la frontera, con un impacto en las vidas de miles de personas.
Por su parte, Jorge Bergoglio, que conoce el drama de la migración y es hijo de inmigrantes, se ha involucrado activamente en la crisis de refugiados que se vive en Europa, y ha pedido a todas las parroquias que abran sus puertas para recibir a refugiados, con especial atención al éxodo de miles de sirios.
Se ha dicho de este Pontífice ser el «Papa de Todos». Su magnetismo radica en su sencillez, en su contacto con la gente. Él ha regresado a lo básico, a las enseñanzas de Jesús, de vivir entre los pobres y no juzgar a los demás. Pero esto no lo hace inalcanzable. Apasionado por el futbol, le gusta la Coca-Cola, ir a una buena pizzería, y hacer sus propios mandados. Él es «uno de nosotros» y conecta con todos por igual. Cuidar de él se ha convertido en una verdadera faena para los agentes de seguridad, pues no le gusta seguir protocolos y no tiene miedo de las consecuencias.
Ha conciliado sobre temas difíciles para una Iglesia conservadora como pedir perdón por el daño realizado por sacerdotes pederastas, definir el rol de las mujeres en la iglesia, la postura hacia el homosexualismo, la comunión para los divorciados, y ha señalado la responsabilidad de las naciones sobre el calentamiento global, y la crisis migratoria actual en el mundo. Una característica de este papado ha sido destapar estos tabús y de «tomar al toro por los cuernos».
Su gira en EE. UU. comenzó en la Casa Blanca, en donde en inglés dijo que «como hijo de inmigrantes se sentía feliz de estar en este país». Más tarde se dirigirá al Congreso quienes tienen sobre sus hombros el destino de 11 millones de inmigrantes en situación irregular.
Mañana visitará Nueva York, ciudad en donde se erige la Dama de la Libertad, erguida sobre el mar con la mirada hacia el Viejo Mundo, para dar la bienvenida a millones de inmigrantes que llegaron del oriente por barco cientos años atrás. En su visita a la ciudad, Francisco se dirigirá a 160 representantes del mundo, ante la Asamblea General de Naciones Unidas y visitará a inmigrantes del lugar.
Finalmente, el Pontífice llegará a Filadelfia, la ciudad del «amor fraternal», en donde nació el Acta de Independencia que consagró los derechos de «libertad, la igualdad y la felicidad» como derechos inalienables del hombre y verdades evidentes. Es aquí en donde por dos días se llevará a cabo una peregrinación de familias en el Encuentro Mundial de las Familias.
Por su visión innovadora, por la palabra «ternura» que parece ser un ingrediente recurrente en sus consejos, por anunciar a una Iglesia sin fronteras, madre de todos, es que en la iniciativa Puente Migraciones nos interesa muchísimo lo que este hombre tiene que decir a este país sobre la crisis migratoria, la cual afecta a 2 millones de nuestros connacionales. Esperamos que su visita deje sobre esta nación una huella profunda que les permita retomar los valores que inspiraron su propia creación.