Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

Los que queremos cambios de fondo para dejar de vivir en un país en el que nos rasgamos las vestiduras, no por los negocios y los tráficos de influencias, sino solo si quién hace de las suyas es alguien descarado, burdo y sin pedigrí, debemos dar gracias que Roxana Baldetti siga allí, gozando de privilegios, porque ella sigue siendo la joyita, la cara más visible y mejor exponente de este sistema podrido.

Y digo que gracias a Dios sigue haciendo de las suyas porque eso nos debe hacer entender a los guatemaltecos que saliendo de un par de personajes no se resuelven las cosas. La elección del 6S logró quitar del camino a Baldizón a un precio muy caro porque consolidó al sistema (Congreso y alcaldías) y nos dejó en la puerta y con amplias posibilidades de ganar a la mentora del candidato de Lider y a un candidato del que muy poco se conoce pero que se ve que no está en contra del sistema.

Ahora algunos de los más críticos de Baldizón se vinieron a dar cuenta que así como él era considerado el más peligroso, la peor amenaza o el mejor embajador de lo que vive Venezuela hoy en día, también era el candidato que al igual que Pérez y Baldetti y gracias a su endiosamiento y cinismo, tenía la capacidad de aglutinarnos para pedir, hasta antes de la elección, cambios al sistema. El imaginario colectivo creía que el riesgo Baldizón hacía los cambios impostergables.

No solo lo dice la gente en las sobremesas, columnistas empiezan a darse cuenta y a reconocer que la derrota a Baldizón permitió crear una fuerza suficiente para que el Congreso, ese organismo que es la clave de todo, siga en manos de los mismos que, armados en pisto (Listado Geográfico de Obras), seguirán siendo los mejores guardianes de esta porquería. Ni hablar de las alcaldías.

Sino fuera porque Roxana Baldetti sigue utilizando la red de influencias que tejió a lo largo y ancho del país y que le ha permitido pasar su época en la cárcel con más privilegios que los del mismo hombre que la llevó hasta donde llegó (el expresidente Pérez), la gente estaría aún más relajada.

Siempre he dicho que si queremos cambiar Guatemala todos vamos a tener que hacer un poco más, incluso, dejar de ser parte de los problemas que explican muy bien este sistema. Lo que nos indigna hoy de Baldetti será lo mismo que nos indignará en el futuro independientemente de quien resulte ganador, porque con las reglas igual, solo cambian nombres pero todo persistirá sin cambios.

De suerte que Baldetti seguirá luchando contra viento y marea no solo para salir bien librada del proceso en su contra sino que además, querrá salir a gozar de sus millones mal habidos y eso la forzará a usar al máximo la corrupción rampante, sus redes, sus influencias y el sistema y tal vez ahí, los guatemaltecos vuelvan a agarrar conciencia.

Como los políticos y los mafiosos tienen capacidad de ajustarse, en poco tiempo se darán cuenta que la receta a seguir es la de aquellos que han sido más astutos y han logrado volar bajo el radar; entenderán que podrán jugar mejor sus cartas si son más sofisticados, menos descarados, menos burdos y cínicos pero no por eso honrados; simplemente realizarán que si navegan de cierta manera podrán seguir gozando de las reglas actuales y por ello, hasta se atreverán a decir lo políticamente correcto apelando a la falta de memoria de la sociedad.

Dios mediante Baldetti siga luchando por sus cosas y ojalá ella vuelva a hacer que la gente se dé cuenta que aquí no ha cambiado nada.

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