Mario Álvarez Castillo

No es ninguna sugerencia, sino la confirmación de lo exhalado con júbilo por el ciudadano húngaro que en un país latinoamericano, había perdido muchos meses tratando de obtener su residencia. No fue sino hasta que un lugareño acostumbrado a las malas artes le sugirió que sobornara a las autoridades encargadas de esos trámites y, en una semana logró lo que por los medios correctos habían consumido tiempo y dinero.

El hombre, sin distinción de género, desde que tuvo conciencia de que siempre deseaba lo que le era útil, y cuando en la sociedad moderna han desaparecido todos los valores, no existe valladar que se constituya en muro del atajo. Quizás por ello el fundador del Diario La Hora de grata recordación por su integridad, patriotismo y sabiduría decía “No hay hombre que resista un cañonazo de cien mil dólares”.

Don Álvaro Obregón, (presidente de México después de 1917) cuando se le presentaba algo de importancia necesitado de su anuencia decía: “Vamos a ver de qué color pinta el verde”, para hacer referencia al mismo asunto. O sea que el proceder no es nuevo ni deseable que se mantenga pero, se ha incrementado ¡y de qué manera!, hasta que comprendamos que es necesario implementar castigos muy severos, imposible en nuestro país, no al extremo como en Japón en donde quienes cometen delitos de esa envergadura, son fusilados, se supone después de soportar un juicio sumario. Pero aquí serian defendidos por la comunidad internacional, seguro, y propondrían la deposición del gobierno atrevido.

Apenas han transcurrido unas semanas y ya se ve y manifiesta la intención de los diputados, algunos reelectos, otros no, que de todas maneras no salen de su acostumbrada actitud de condicionar las decisiones que por Ley deben tomarse por las dos mayorías establecidas. Lo hemos visto con la elección del que ocupará la vicepresidencia por el resto de este agitado período. Por fortuna prevaleció a regañadientes el mensaje enviado por el actual presidente Maldonado Aguirre. Mas, como queda pendiente por inmediato el Presupuesto para el año siguiente, las triquiñuelas de los diputados dirán presente para asegurarse el quedar cómodos. El haber calificado ese organismo como “eminentemente político”, fue el conferir legitimidad a lo que de allí salga, sea de lo más perverso, no importa, porque el sistema lo permite. Y tratándose de la ya ajada Ley Electoral y de Partidos Políticos, recorrerá los pasillos de la Comisión encargada de su revisión y los de la Corte de Constitucional para finalizar con un refrito inútil, si sale.

Al elegido para los próximos cuatro años, le será difícil gobernar respetando las mismas reglas porque uno de los candidatos puede acomodarse por la mayoría abrumadora y proclive de los diputados; en cambio el otro, se verá postrado suplicante que se le permita conservar el cabello sin decolorar o desesperarse hasta tomar la decisión de ordenar la casa. Y si lo hace como pretendió el presidente Serrano, el fracaso está anunciado.

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