Alfonso Mata

Hay algo que lamentar dentro de la sociedad guatemalteca: la ignorancia recíproca, la desconfianza e impermeabilidad que caracterizan las relaciones derivadas de los enfoques sociológicos, culturales, jurídicos, políticos, científicos, que constantemente nos pone a unos contra otros, sin darnos cuenta que la vida diaria de cualquier guatemalteco, proviene del fecundo tejido entre múltiples enfoques disciplinarios ¿Es eso provocado o es natural? Yo digo que ambas cosas y eso tiene y debe romperse.

Pero lo principal lo olvidamos: como ciudadanos tenemos la obligación de contribuir en cuestiones públicas de interés nacional, y para eso no es suficiente las protestas y los votos; es la participación lo que se necesita. Eso demanda de búsqueda y desarrollo de la capacidad de hacer distinciones; de analizar hechos y aclarar los diversos significados con los que se utilizan; de descomponer, contraponer y recomponer los términos, muchas veces equívocos, que tenemos de situaciones políticas, sociales y de la problemática nacional; y sólo entonces podremos entender lo que sucede y contribuir a cambiarlo. Sólo entonces podremos llegar a la reflexión consistente y “hacernos conscientes -cada uno en su propio campo y ámbito de vida- de los límites del propio territorio y del derecho a existir que tenemos y otros tienen, en nuestro territorio”. Eso nos lleva a aceptar y comprender la multiplicidad de los puntos de vista, desde los que puede observarse la democracia y el derecho humano y a trabajar para consolidar opiniones al respecto, tanto sociales, como políticas, en beneficio de los demás: eso es lo único que consolida democracia y soberanía.

¿A quién cabe el acercamiento de la información/formación al público? a las escuelas formadoras de opinión como son las universidades, a las organizaciones de investigación, al propio gobierno, y eso debe hacerse, sin fines de lucro y estimulando el diálogo, no la información pasiva vía mensajitos y otros medios electrónicos. Son foros populares, los que facilitan y aceleran esa posibilidad.

Los espacios públicos de opinión son también importantes ¿Está cumpliendo la prensa con ello? Yo diría que no. No hay denuncia sistemática sobre la problemática, sobre sus causas y consecuencias; tampoco análisis y síntesis al respecto y eso es fundamental y necesario al público. La capacidad de síntesis y la actitud sistemática de problemas, debe ser enfoque de un periodismo informador y formador en provecho a la ciudadanía. Esa prensa aún no existe. La implicación entre democracia y derecho; la implicación entre derecho y razón; la implicación entre razón y paz; la implicación entre paz y justicia, son campos que deben de tomarse y tocarse a profundidad y con conocimiento público.

Finalmente un último aspecto: crear conciencia y eso se consigue no solo con divulgar sino actuando. Por ejemplo, como pueblo, necesitamos saber que la democracia es un conjunto de reglas –las “reglas del juego” democrático como se les llama – y estas son reglas jurídicas: no cualquier regla, sino las reglas que aseguran los poderes de la mayoría y a la vez los límites impuestos a ésta, para garantizar la libertad, la igualdad y los derechos humanos. Esas reglas deben ser de práctica imparcial y constante, por autoridades y por ciudadanos, en hogares, aldeas caseríos y a nivel nacional.

En el análisis debemos partir de algo. La ilusión de una democracia y convivencia sin derecho, ha sido una de las causas del fracaso de la gran esperanza nacida en 1986. Pero no menos importante resulta hoy en Guatemala, aceptar que vivimos en una sociedad donde el rechazo a las reglas y el desprecio a los vínculos y controles, se han convertido en el común denominador del hombre de la calle y del político. De igual magnitud y naturaleza, resultan nefastas las ideologías que no admiten límites a la codicia sobre el mercado y utilizan el chantaje, el clientelismo y el soborno, como medio de lograr sus ambiciones.

Y debemos llegar a algo: la construcción de la paz. No ha habido paz en Guatemala, a pesar de los tratados. La paz se construye garantizando los derechos humanos: el derecho a la vida, a las libertades fundamentales, los derechos sociales, a la supervivencia y son las violaciones a éstos, la principal causa de violencia. Por tanto, están equivocados, aquellos que creen que violencia se combate reforzando la policía; se combate dando viabilidad de vida a los derechos. Conectémonos a una sociedad de derecho.

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