Juan de Dios Rojas
Un estado de cosas adverso llueve sobre nuestro territorio irredento. En forma constante, capaz de sentir sus consecuencias lamentables en forma por demás angustiosa. Hoy por hoy consiste en la escasez de medicamentos en todo el sistema nacional, sin embargo adquiere visos mucho más marcados en los ubicados en la ciudad capital, como el San Juan de Dios y también el Roosevelt.
Dichos nosocomios siempre son buscados, aun procedentes de lejanos lugares, puesto gozan de prestigio por generaciones, confiados en sus instalaciones de diversos módulos; confiados también en los servicios completos, pese a determinadas excepciones. En síntesis son la esperanza colectiva; no obstante algunos ejemplos salidos por la tangente y la corruptela vigente maligna.
Según dado a conocer la aludida crisis que nos agobia tenaz hay faltantes de naturaleza sencilla y por demás indispensables, entre algunos ejemplos: algodón, alcohol, necesarios en definitiva atinentes sin sustituto sencillo y también práctico, utilitarios totalmente en casos mayoritarios de emergencias, aquí y allá, máxime si tomamos en cuenta la violencia y delincuencia imperante.
Se consideran y juzgan ser causantes de la crisis mencionada, a nivel nacional, problemas presupuestarios siempre, calidad permanente; robo descarado de insumos medicinales, hasta el momento sin castigo. Falta de personal en determinados módulos; añadiéndose por supuesto los paros y manifestaciones encabezados para variar, por sus líderes de sobra conocidos en el escenario nacional.
Lo anteriormente citado pesa demasiado en el sentido que de repente suspenden las citas y consultas externas, en detrimento de gran cantidad de necesitados del servicio, primer orden, con el supuesto que el tratamiento completo implica traslado a otro nivel, a otros médicos especialistas, técnicos de laboratorio y rayos de esto y de lo otro. “Más jodarrias”, decía don Clemente.
Sostén primordial que busca la manera de evitar, o salvar también, cualquier crisis hospitalaria en el sistema nacional, cuyas repercusiones trascienden, no se reducen al enfermo y su familia solamente, van más allá visto está de como sea. No va a negarse que es recibida ayuda y cooperación extranjera, de preferencia el o la donada por organismos especializados en el ramo.
Son auténticos paliativos que llegan en momentos de verdadera crisis del sistema hospitalario, urgido desde luego de fondos contantes y sonantes, a efecto de salir de auténticos atolladeros, ahora mucho más fuertes, y necesarios, devenidos de la creciente población, rayana en millones de millones, urgidos de satisfacer los servicios esenciales de naturaleza hospitalaria.
Todo aquello vinculado con la salud que puede perderse cuando menos se piensa, implica toda clase de esfuerzos, sacrificios para recuperarla lo antes posible. La primera instancia es el propio sistema hospitalario, sobre todo cuando se añade la también crítica crisis económica. Crece como semilla en tierra fértil con el calificativo también de complicada más y más.