Eduardo Villatoro
Tengo la presunción que usted -al igual que yo- ya está hastiado de que en cualquier conversación entre familiares amigos y hasta desconocidos casi inevitablemente surge el tema relacionado con las elecciones del pasado domingo, resultados y secuelas.
En las redes sociales persisten los mensajes de personas que abordan este asunto que es de interés general, pero que llega el momento en que exasperan, especialmente si provienen de quienes a falta de argumentos incurren en insultos o se valen de rumores que leyó o escuchó, para descalificar a excandidatos que odian o detestan.
A mi buzón arriban correos, además de acotaciones de lectores a mis artículos, muchos escondidos en el anonimato, para deslegitimar los resultados de los comicios, pero especialmente para atacar con expresiones burdas y palabras soeces tanto al abanderado de FCN-Nación, como a los propuestos por la UNE o el Lider, además de quienes se regocijan -con justificadas razones- por las derrotas de los exaspirantes Otto Pérez Leal y Amílcar Rivera a la alcaldía de Mixco, quienes eran los punteros en las encuestas y en las votaciones prácticamente fueron repudiados, pero, como en decenas de casos más, sus adversarios llegan a injuriar a sus ascendientes maternos, ajenas a las actuaciones políticas de sus hijos.
Aunque el petenero Manuel Baldizón se ganó a pulso la antipatía de guatemaltecos que hasta al principio de la contienda electoral simpatizaban con su candidatura, no es justo que su familia sea víctima retórica de los rencores de aquellos que se fastidiaron hasta el colmo de la tozudez del dirigente del Lider de incurrir en errores de bulto, granjeándose así la abominación de un inmenso grupo de compatriotas.
A estas alturas, el expresidente Álvaro Colom ya no tiene ningún compromiso con la señora Sandra Torres, pero el expresidente también es blanco de críticas indecentes por el legítimo afán de su exesposa de seguir compitiendo, y quien recibe también, quizá sin enterarse, excesivas expresiones vulgares, en vez de formular criterios adversos sin caer en el falso descrédito personal.
Aunque el candidato victorioso lo ha explicado hasta la saciedad, parece ser que los votantes que no optaron por la postulación de Jimmy Morales, no se convencen o no se han enterado de que los militares retirados que integraron la dirigencia de Avemilgua ya ni siquiera integran el grupo que en un momento dado procuró convertirse en partido político; pero los censores de Morales persisten en afirmar que el respaldo del triunfador en la primera vuelta radica en viejos uniformados de concepciones anquilosadas y que formarían la plana mayor del FCN-Nación. A ellos se unen otros más intolerantes que disfrutan al denominarlo de “payaso” en alusión a su profesión de comediante, como si fuera pecado, pero ignoran deliberadamente sus estudios universitarios y su función de mediano empresario.
Tampoco faltan los que ufanan de lanzar severas acusaciones a los magistrados del Tribunal Supremo Electoral, señalándoles de múltiples y supuestas faltas y hasta delitos, especialmente por la tardanza en dar a conocer los datos referentes al presidenciable que competirá en la segunda vuelta y falta de previsión en delegaciones departamentales del TSE, al grado de tildarlos de haberse convertido en “cómplices” de furiosos, impulsivos y fanáticos activistas políticos que volcaron su ira y frustración contra inermes y valientes guatemaltecos que fueron enviados al interior del país para supervisar los comicios, que se vieron obligados a refugiarse en pensiones o casas particulares para salvar su integridad física y hasta su vida misma, porque los irracionales dirigentes pueblerinos incitaron a turbas que los atacaran a golpes, porque los candidatos de esos energúmenos fueron rechazados por sus paisanos, y en consecuencia, perdieron las elecciones.
(Romualdo Tishudo, chofer de un excandidato perdedor, lo oyó murmurar: -Es bueno dejar el guaro; lo malo es no acordarse dónde).