Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

A falta de algunos detalles y flecos, ya quedó conformado el Congreso para el período 2016-2020 y vemos que los partidos tradicionales y sus caciques, esos que han sido un sólido cimiento para el régimen de impunidad, tienen 112 votos, cantidad suficiente por si les sigue dando la gana entrampar todo lo que huela a cambios en el sistema.

Las únicas formas de hacer cambios al sistema son las siguientes: Convocar a una Asamblea Nacional Constituyente que solo puede modificar los artículos del 3 al 46 (derechos individuales) de la Constitución y que, de todas maneras, para conformarse necesita de dos terceras partes del Congreso (es decir LIDER, UNE, PP y TODOS).

Cambios a la otra parte de la Constitución (forma de elegir magistrados de CSJ, CC, forma de elegir fiscal del MP, contralor de cuentas, por ejemplo) que requieren 105 votos del Congreso (es decir LIDER, UNE, PP y TODOS); tales modificaciones luego deben ser ratificadas mediante una consulta popular.

Cambios a leyes de rango constitucional (como la ley electoral) que deben ser modificadas con 105 votos del Congreso (es decir LIDER, UNE, PP y TODOS), previo dictamen de la Corte de Constitucionalidad (CC).

Cambios a leyes ordinarias (ley de compras por ejemplo) para las cuales se requieren 80 votos, pero que sin al menos 34 votos de LIDER, UNE, PP y TODOS, jamás se podrán dar.

Le ejemplifico esto mi estimado lector para que se dé cuenta que seguimos estando en manos de los de siempre y que por eso, no es momento de celebrar aún pues seguimos en las mismas condiciones.

Y tras la elección, he escuchado a alguna gente pensante (que dirá la no pensante y peor aún, con iniciativa) que si Jimmy Morales resulta ganador tendría graves problemas para lograr consensos en el Congreso, pero eso en lugar de ser una debilidad es una fortaleza para los que queremos cambios porque al candidato no le quedará más que apelar a la gente, a esas miles de gargantas que hasta antes de la elección pedían cambios. Si no, no tiene futuro.

Si alguien como Morales le dice a la gente que no crean en él, sino que creamos en nuestra habilidad para impulsar los cambios porque sin cambiar las reglas, él solo sería ave de paso y facilitador de negocios como han sido todos, convertiría a la gente en su mejor herramienta, en su mejor bancada para que el Congreso se mueva y cambie el sistema; ya vimos en el caso del expresidente Pérez Molina que el Legislativo con presión se mueve.

Confieso que mi tema es el cambio del sistema y por eso veo que las debilidades se pueden convertir en oportunidades, además veo con cierta preocupación que sigamos en manos de gente que ha demostrado que no quieren cambios. Ese es el caso de los congresistas actuales y de Sandra Torres que cuando dirigió el gobierno en época de Colom, fue la fiel garante del sistema permitiendo que sus financistas se hicieran millonarios, asegurando (como Baldetti) que no hubiera obra sin que dejara sobra y si no, vuelvan a ver el papel de Gustavo Alejos.

De ganar Torres, sus promesas de cambios al sistema serían tan poco creíbles como cuando ella dice que no gobernó a Colom y al país, pero ahora nos dice que tiene la experiencia y el equipo (el mismo de Colom, por cierto, Carlos Menocal (gobernación), Ronaldo Robles (comunicación), Guillermo Castillo (comunicaciones) etc., etc.) cuando en campaña negó todo lo que tenía que ver con su pobre marido.

Los chapines tenemos corta memoria, pero cómo olvidar que unos de los votos iniciales en contra de la CICIG lo dio precisamente la UNE en el 2007, cuando supuestamente Colom había empeñado su palabra a favor del ente internacional.

Vienen tiempos complicados y dependerá de nosotros, los ciudadanos, actuar como la bancada que incline las cosas en el Congreso con un presidente que nos lidere en ese sentido.

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