Félix Loarca Guzmán

“La situación política en Guatemala es de pronóstico reservado, sobre todo por la coyuntura electoral en la que se desenvuelve”, expresó el académico guatemalteco Rafael Cuevas Molina, en un artículo publicado el pasado fin de semana en la revista electrónica Con Nuestra América que se edita en Costa Rica.

Tal situación parece un verdadero terremoto político que no termina de sacudir al país. Tan solo ayer, el pleno del Congreso sorprendió al pueblo, al despojar de su inmunidad al Presidente Otto Pérez Molina para ser procesado judicialmente por actos de corrupción que le atribuyen el Ministerio Público y la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, CICIG.

Inmediatamente después, el Ministerio Público pidió a los tribunales el arraigo del gobernante, como una medida precautoria para asegurar su presencia en el respectivo proceso penal, en el cual tendrá que defenderse ante los señalamientos de ser la cabeza de una banda criminal dedicada al contrabando aduanero, en la que estarían comprometidos funcionarios estatales y personas particulares.

Hasta ahora, el Ministerio Público y la CICIG, tienen una deuda con los guatemaltecos pues solo han revelado parte de la estructura delincuencial que era la que recibía las dádivas, pero mantienen en silencio los nombres de los corruptores, que son los que se beneficiaban con la defraudación al pagar menos impuestos.

Según el Presidente Pérez Molina, los que corrompían serían personas pertenecientes al sector empresarial. El señalamiento del gobernante enfureció a los dirigentes de la poderosa cúpula de la clase dominante del país, aglutinada en el CACIF, quienes desde entonces arreciaron sus ataques contra el gobernante demandándole su renuncia.

En este contexto, las elecciones generales previstas para el próximo domingo casi han pasado a un segundo plano, en medio de la apatía del electorado, pues tal como opina el analista Mario Sosa, la democracia es inexistente en Guatemala, ya que nos proponen unas votaciones para elegir corruptos y políticos al servicio de intereses oscuros y exclusivamente del empresariado, que históricamente ha manejado el país y que es responsable principal de la miseria y explotación que vive el pueblo. Las elecciones no resolverán la crisis.

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