Dra. Ana Cristina Morales
Este tema se pasa por alto en demasiadas ocasiones. Existen niños, adolescentes y adultos que observan cómo su vida se ve limitada por este miedo a su desempeño a nivel social. Dejan de asistir a reuniones, se retiran de los estudios, del trabajo, se sienten inseguros, creen llegar a ser blanco de ridiculizaciones. Las cuales les provocaran sentimiento de vergüenza ante los demás.
Se describen como fobias sociales típicas: el miedo a hablar, escribir, comer en público, entre otros. Temor a asistir a fiestas o ser entrevistados. Estas personas consideran que su nerviosismo es visto por las demás y que eso los hace ver muy mal, y podría causar la burla de ellas. Se quejan de sudoración, enrojecimiento de cara, sequedad de boca. Cuando tienen que encarar situaciones temidas en un medio social, suelen tener angustia anticipatoria. El convivir de manera usual con este tipo de ansiedad produce desgaste a la persona, así como deterioro en su autoestima y sentido de autoeficacia. Por lo cual puede llegar a ser de carácter incapacitante.
La fobia social comienza en la adolescencia o en la edad adulta temprana. El inicio de sus malestares puede ser agudo a partir de una experiencia social de humillación. Es más frecuente en mujeres y el curso de la enfermedad es crónico. En un estudio realizado se observó como hallazgo importante el acompañamiento de la asociación de: mayor conducta dependiente y un aumento de las ideas suicidas.
El diagnóstico diferencial de la evitación de situaciones sociales lo constituyen las siguientes enfermedades psicológicas: Trastorno de personalidad por evitación, agorafobia, trastorno obsesivo compulsivo y trastorno psicótico. Las personas paranoides tienen miedo de que las personas puedan perjudicarlos, mientras que las personas con fobia social temen que su propia conducta pueda ocasionarles vergüenza o humillación. (Esparcia, Adolfo y Col. Psicopatología, 2006)
El tratamiento una vez establecido el diagnóstico se encamina a la disminución de síntomas y al fortalecimiento de su autoestima y la mejora de métodos de enfrentamiento a la situación temida. Con la persona se establece el conocimiento de algunas técnicas de relajación, entre las que se encuentran ejercicios respiratorios, visualizaciones, meditación, se sugiere ejercicio físico, y se trabaja de manera gradual y conjunta en la exposición de la persona a eventos que le proporcionan ansiedad. En ocasiones acompañando al proceso de psicoterapia es necesaria la medicación de la persona con agentes ansiolíticos y antidepresivos. Es importante conocer acerca de este trastorno para su abordaje temprano y limitar el dolor que lo acompaña, así como, las conductas de desadaptación social, que llegan a intervenir en el buen desempeño académico y laboral de estas personas. Con el subsecuente aislamiento social.