Oscar Clemente Marroquín
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Una de las características más importantes de un líder tiene que ser la ponderación de sus reacciones cuando se viven momentos de crisis, manteniendo el control para no agravar la situación y complicar más las cosas en vez de buscar soluciones efectivas. Me ha impresionado la forma en que el candidato Manuel Baldizón y sus principales asesores han actuado en las últimas semanas, cuando bajo la presión indiscutible que significan las acusaciones formuladas contra importantes cuadros de su partido, en vez de mostrar la serenidad propia de un dirigente que aspira a desempeñar funciones propias de un estadista, ha reaccionado de manera intempestiva, poco meditada y errática, dejando la sensación de que no posee esa cualidad indispensable para alguien que, de triunfar, tendrá necesariamente que enfrentar abundantes momentos de enorme tensión que pondrán a prueba el temple para no perder la cabeza.
Muchos han sido los desaciertos en todos estos días, pero pocos pueden compararse con el ataque frontal a la figura del Comisionado Iván Velásquez, titular de la Comisión Internacional Contra la Impunidad y cuya actuación le ha valido un sólido respaldo de la sociedad guatemalteca. Baldizón llegó al extremo de anunciar que en un eventual gobierno suyo se encargaría de sacar del puesto al funcionario internacional que ha devuelto alguna esperanza a la población de Guatemala luego de haber investigado varios casos que ponen en evidencia la podredumbre de nuestro sistema que está al servicio de la corrupción.
A ello se suma la diatriba, porque no se puede usar otro término, en contra de una de las magistradas del Tribunal Supremo Electoral en contra de quien se ha planteado una solicitud de antejuicio y el juego que hicieron con la presentación y posterior retiro de la solicitud de Amparo contra la aprobación de las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos.
Ni siquiera alguien que estuviera interesado en hacerles campaña negra hubiera podido lograr resultados tan devastadores como los que, por propia iniciativa, han ido acumulando los miembros de ese partido que había sobrevivido a señalamientos tan duros como los que tuvieron que ver con el plagio tanto de un libro como de la tesis doctoral. Y esos golpes tremendos no llegaron a ser demoledores porque la reacción que tuvo el candidato y su entorno en ese momento fue de más calma y mesura, mientras que ahora definitivamente dieron muestras de haber perdido el control de la situación, de sentirse tan acorralados como para emprender el más errático de los caminos y eso, desde luego, pasa una enorme factura.
Es cierto que en términos de voto posiblemente no pierda mucho porque su fuerte está en un electorado al que poco o nada le interesan estas situaciones, pero la percepción que deja en cuanto a su capacidad de actuar con seriedad en momentos de crisis es tremenda y sumamente dañina, sobre todo si llegara a triunfar en segunda vuelta y termina siendo electo como Presidente porque ya en ese cargo le vendrán muchísimos momentos de crisis, seguramente más duros que los que ha vivido ahora, y la experiencia no resulta para nada alentadora.