Francisco Cáceres Barrios
fracaceres@lahora.com.gt

He notado en diversos sectores una cierta propensión a regañar a la ciudadanía, en advertirle que si no concurre a las urnas el próximo 6 de septiembre serán los únicos culpables porque nuestro país no logre su desarrollo y progreso. ¿Pero nunca se han puesto a pensar que el desencanto y frustración que hoy existe ha logrado que el guatemalteco pierda totalmente la confianza y hasta la esperanza de salir del embrollo en que estamos? Lo que hoy vivimos no es producto de la casualidad sino de la causalidad gestada por el mal proceder de tantos políticos que importándoles poco las consecuencias, solo han pensado en satisfacer sus intereses personales.

En otras palabras, los gobernantes y sus colaboradores han venido haciendo lo que se les da la gana desde tiempos inmemoriales y más concretamente desde el año 1985 a la fecha, provocando que el ciudadano de hoy no tenga deseos de ir a votar el primer domingo de septiembre entrante. ¿En el interior, cómo va a tener aspiraciones democráticas aquel campesino que lleva muchísimos años de estar clamando porque las carreteras del país sean construidas, reparadas y mantenidas adecuadamente y lo único que han recibido son el cúmulo de promesas jamás cumplidas? En el área urbana, la inseguridad ciudadana está en los niveles más altos de nuestra historia, aunque salgan perorando los funcionarios de turno que los índices de los hechos de la delincuencia los hayan bajado.

La crisis ha provocado llegar al punto en que el empleador, el trabajador, el profesional o el ama de casa o mejor dicho, cualquier ser humano que habita en el país, haya perdido hasta la tranquilidad para planear el qué hacer diario. No podemos disponer un viaje al interior y ni siquiera tener la certeza de asistir a un compromiso de negocios porque de un momento a otro la sociedad es impactada por los hechos de sangre que ocurren a cualquier hora y lugar. Nadie se escapa de un bloqueo, de un tremendo congestionamiento de vehículos o de cualquier tipo de desgracias por la continuada y manifiesta incapacidad de nuestros gobernantes para contener los hechos delictivos.

¿Durante las últimas noches, cómo se ha ido a la cama estimado lector, después de haber presenciado las dantescas escenas de jornadas violentas en el transporte de pasajeros, además del intento de linchamiento en donde los agentes policíacos han sido los primeros en verse acorralados por turbas enardecidas incapaces de controlar? No, por favor no nos sigamos equivocando. En las actuales condiciones no podemos esperar que las elecciones del 2015 vayan a pasar a la historia como un hecho digno de nuestras aspiraciones democráticas, ni nos conducirán a un mejor futuro.

 

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