John Carroll

Poco a poco nos vamos dando cuenta de la profundidad del problema de Estado en que estamos metidos. El resultado de décadas de abandono de parte de nosotros los guatemaltecos nos tiene hoy en una situación bastante difícil de superar. Nuestras élites optaron por el camino fácil en lugar del correcto y eso sale carísimo a largo plazo incluso para las élites mismas. También tenemos a una sarta de sanguijuelas agrupadas en entes amorfos, de identidad desconocida, con cara de las ONG, sindicatos y organismos internacionales; entes “sociales” que han sabido agrupar a la población más olvidada con malicioso engaño en nombre de derechos humanos, sexismo, ecologismo y otra sarta de espejitos con el único objetivo de vivir como reyes de lo que le sacan a los pobres y de lo que le sacan a la comunidad internacional que sigue enviando recursos sin darse cuenta que hacen más daño que bien.

En fin, el sistema no funciona y creo que la crisis actual ha servido al menos para que la gente se pregunte si merecemos vivir mejor; si vale la pena involucrarse para mejorar nuestras vidas; si el país donde vivirán nuestros hijos y nietos será mejor que el que nosotros vivimos o por el contrario, la vida de ellos será más sacrificada. Es importante que vayamos realizando que la ansiada reforma no es solamente un movimiento definido de unos cuantos artículos en unas cuantas leyes sino la reforma es precisamente el cambio en la forma como nosotros los guatemaltecos interactuamos con el gobierno en el marco del Estado. Ciertamente hay leyes por cambiar y perfeccionar pero más importante que eso es que cambie nuestra actitud de cara al problema. Debemos entender que nosotros somos parte del problema y por supuesto también de la solución. Es imperativo que le pongamos la atención debida a los problemas políticos que vivimos porque el quehacer político es precisamente el marco fundacional de las relaciones entre nosotros las personas que vivimos y actuamos dentro del sistema. No podemos ni debemos de condenar a la clase política por ser política, más bien debemos analizar la actuación de los participantes y animar o condenar sus acciones. Es vital que entendamos que una de las características principales del sistema republicano que debemos perseguir es la de tener un marco legal para limitar el poder de los que le ostentan. Claro que dan ganas, a veces todos los días, de aceptar en nuestra desesperación, dictaduras o soluciones mesiánicas para acabar con tales o cuales males pero debemos recordar que, además de varios experimentos de ese tipo que en el mundo nos muestran lo peligroso y arriesgado de los métodos, tenemos nuestra propia historia no muy ortodoxa ni exitosa en ese sentido.

Las cosas buenas de la vida se obtienen a base de esfuerzo y se retienen a base de más esfuerzo. No hay tal cosa como ganar la guerra en esta guerra, batallas podemos ir logrando pero nunca ganaremos la guerra. Por eso espero que los acontecimientos actuales, más que leyes o personas, procesos o partidos, cambie nuestra forma de pensar y de vivir la política. Ocupados, analíticos, interesados, beligerantes, creativos, colaboradores, constructivos y críticos de la cosa pública. Así son los individuos de naciones que salen adelante porque salen adelante precisamente por el empuje de su gente.

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