Edith González

“Chofer en Guatemala es el trabajo más peligroso del mundo”.
The Sun, periódico de Londres.

En mi niñez me gustaba el Día de San Cristóbal. Para entonces hacíamos coperacha para comprarle algo al conductor del autobús escolar y para adornar el autobús.

Aquella añeja tradición casi ha desaparecido, ahora ser conductor en Guatemala, es uno de los trabajos más peligroso, que va dejando un increíble río sangriento acompañado de docenas de viudas y huérfanos.

Los datos de la Defensoría de los Usuarios del Transporte Público, a cargo del licenciado Edgar Guerra, revelan que en los primeros 180 días del año fueron asesinados 42 conductores del transporte urbano y extraurbano.

Y en el mismo período, también fueron muertos 21 ayudantes de unidades del transporte, 7 conductores de microtaxis, 29 de moto taxis y bicitaxis, 14 de taxis, 28 pasajeros, 5 inspectores y agentes y 5 transportistas.

Para un gran total en el presente año, de 151 asesinatos de personas ligadas con el transporte de pasajeros quienes murieron por no pagar una parte de su salario a los delincuentes/extorsionistas quienes además del pago semanal que exigen para no dañar la vida del extorsionado se permiten cobrarle bonos

Esta tragedia tiene actores poco visibilizados que sufren de manera directa la violenta ola criminal, peor que en los años de la guerra. Se trata de las viudas y huérfanos. Quienes mantenidos por el salario del conductor, ahora padecen la interminable crisis económica y social al quedar sin nada.

Otro detalle importante que debe ser conocido, es que en enero de este año un diario londinense realizó una encuesta en el mundo sobre los trabajos más peligrosos y resultó que ser chofer de camioneta en Guatemala es el de mayor peligro. Quizás por ello las empresas de seguros se niegan a brindarlo a los conductores del transporte colectivo

¿Que podrían celebrar los conductores en Guatemala? A estas alturas el mejor regalo será pedirle a San Cristóbal que los proteja, ante la falta de mano dura de la autoridad para capturar a los responsables y erradicar las extorsiones.

Y es que ha crecido tanto este tipo de delito, que hace cinco años la capital era el principal escenario de la sangrienta extorsión., pero hoy, Quetzaltenango, las carreteras del sur del país, las poblaciones periféricas a la capital, son ya territorio de las pandillas de asesinos conformadas por jóvenes menores de edad, quienes se enfrentan a un futuro de sangre y muerte ante la incapacidad del Estado por atender la educación y las necesidades básicas de una población cada vez más pobre.

Se habla en la actualidad de una ayuda de 500 quetzales mensuales sólo durante 24 meses, para cada huérfano, mientras que el número no pase de dos por conductor, que por supuesto no ha sido un logro de Madres Angustiadas las que ahora trabajan para el Estado, mientras las verdaderas madres angustiadas lloran el asesinato de hijos y esposos que un día salieron a trabajar y no volvieron.

 

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