Marco Tulio Trejo Paiz
Es incuestionable que el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social está cumpliendo, a pesar de los pesares, una importante misión en el seno de la sociedad y con buenas dosis de humanismo.
En teoría y conforme a la letra muerta de su Ley Orgánica, tal Institución cuenta con autonomía; más en el terreno de las realidades, el gobierno mete manos y extremidades inferiores para resolver problemas económico-financieros. Por ejemplo, Vinicio Cerezo ordenó a las autoridades superiores del IGSS que le trasladaran cuantiosas cantidades de fondos, y fue así como comenzó Cristo a padecer.
Gobiernos posteriores al de Vinicio, ni lerdos ni perezosos, siguieron saqueando el dinero que ha estado destinado a la cobertura de millonadas para realizar los programas en beneficio de los millares y millares de afiliados, entre ellos el de Invalidez, Vejez y Sobrevivencia (IVS), que tienen un elevado costo de billetes verdes, verdes…
A estas horas los gobernantes que han violado la autonomía del Instituto han endeudado al Estado en decenas de miles de millones. Algunos ciudadanos interesados en el buen funcionamiento de ese ente surgido a raíz de la Revolución del 20 de Octubre del 44, calculan que dicho adeudo suma la cantidad de varias decenas de millardos, y oficialmente ¡nada se informa! al respecto!
Existen en el IGSS varios sindicatos: El de los trabajadores (STIGSS), el de los médicos y el de los enfermeros, organizaciones que se mantienen callados, sin preocuparse de la solidez económico-financiera. ¡Por “algo” será!
La mafia descubierta por la CICIG y el Ministerio Publico empleó las uñas largas para inflar sus talegos. Entre los mafiosos figuran encumbrados funcionarios y personal de menor categoría, quienes están como durmiendo la mona en la cárcel. ¡Qué “onroso” (sin h) lo que han hecho para ellos y para su gente… Ojalá que si les permiten salir a respirar aire libre les fijen fianzas de cuantías como para que no les resulte un negociazo con las millonadas que se levantaron…
Que aprieten tuercas a esos saqueadores del IGSS, sentencia mi amigo Juan Pueblo.