Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com
Nadie me puede sindicar de haber votado por el Partido Patriota, menos por el binomio que integró Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti para la Presidencia de la República. Tampoco puede alguien decir que defiendo a dicho partido político o al binomio presidencial, mucho menos lo excuso de las acciones de las que es responsable como los señalamientos del Ministerio Público y la CICIG en el tema aduanal, en el IGSS, en el del secretario general de la Presidencia y demás personas sindicadas y/o capturadas por dichos hechos.
Ello no implica, justifica o excusa que desde mi columna, desde un puesto universitario o en una actitud política partidista de ahora y de antes, desee que no se respete el Estado de Derecho y el Imperio de la Ley.
Igual que en un contrato mercantil, el contrato social dentro del cual vivimos, léase la Constitución de la República y el conjunto de leyes, nuestras actitudes y nuestras opiniones deben de ser la búsqueda legal del bien común.
Es inexcusable ver que alguien que ha sido Secretario de Análisis Estratégico y Ministro de Relaciones Exteriores, pretenda decir que no ha sido un político activo y nos aparezca en las columnas de opinión dando cátedra que nos lleva, en sus sugerencias y opiniones, al rompimiento de la ley y que al día siguiente, como funcionario de la Universidad de San Carlos, emita una opinión analítica supuestamente imparcial.
El Tribunal Supremo Electoral el día 2 de mayo convocó a elecciones generales, fijando el primer domingo de septiembre para dichas elecciones. Esa es la ley vigente y una vez realizada la convocatoria no pueden modificarse las normas en base a las cuales se convocó y se inscribieron candidatos.
Que un grupo de columnistas, muchos de ellos mujeres, continuamente opinen es su derecho, pero su derecho está limitado por la ley, no pueden insinuar o proponer un gobierno transitorio porque ello es igual a un golpe de Estado con o sin armas.
Que hay que enmendar y mejorar el gobierno para que cumpla con los fines para los cuales ha sido electo en respeto al bien común, por supuesto.
Si alguien desea dejar de ser columnista y convertirse en diputado o alcalde es bienvenido, pero comprobará que una cosa es analizar y opinar y otra dirigir y ejecutar.
En un laboratorio se pueden lograr excelentes resultados; sin embargo, trasladar esos resultados a una producción industrial es distinto, lo mismo es pensar y analizar y otra encontrarse con la realidad, aplicar los pensamientos y criterios a esa realidad.
Los profesores y académicos dan cátedra, teorizan sobre el mundo del ser, pero el deber ser es otra cosa. Por ello, la mayoría de quienes se han atrevido a pasar de la opinión al ejercicio de la realidad política y social, se han estrellado y han fracasado, salvo quienes tenían en su bagaje teoría y práctica suficiente.
Los guatemaltecos estamos en la obligación de cumplir con nuestros deberes y derechos cívicos, lo que implica decidir por quien votar el 6 de septiembre. Lo más adecuado será dividir nuestro voto por el mejor o menos mal binomio de los que se nos presentan, lo mismo debe hacerse con los candidatos diputados en el Listado Nacional, en la elección distrital y en el Parlacen y por supuesto votar por la mejor alternativa de alcalde.
¡Guatemala es primero!