John Carroll
Por el contrario a lo que pretende mostrar el partido Lider con las manifestaciones, lo que en verdad queda al descubierto es un partido golpeado a lo profundo de su organización por el duro antivoto generado por los escándalos de corrupción que en las últimas semanas han afectado a sus cuadros titulares. Pocas veces hemos visto en la historia reciente a un puntero de encuesta tan debilitado y desgastado con tanta anticipación al día de la elección. El partido rojo se desangra rápidamente con 50 días por recorrer en contienda y no se ve que esté cerca de parar la hemorragia. Tampoco parece estar a la vista el día en que pararán de salir a luz los escándalos de sus integrantes. Corrupción, tráfico de influencias, y claras muestras de administración partidaria irresponsable y electorera, común denominador de los peores gobiernos que hemos tenido. No pueden tan siquiera administrar el partido en el que mandan monárquicamente y así pretenden hacer gestión pública en sistema de pesos y contrapesos.
Se han dejado ver dos características típicas del populista moderno y de las personas que ante la falta de ideas, argumentos y razones reaccionan con métodos tan irracionales como los berrinches incomprensibles de un bebé.
Ante la amenaza de nuestro sistema de justicia en cuanto a encausar legalmente a varios de sus actores principales los muchachos de Lider salieron con dos respuestas que muestran muy bien a un desnudo candidato y rosca política incapaz. Ya utilizadas con anterioridad por otros populistas, el terror y la oración o la falsa apariencia al apego espiritual son descaradas y desesperadas formas de controlar a la masa.
Digo que ambas medidas son amigas de la desinformación y el engaño porque es a lo primero que cualquier hijo de vecino recurre cundo no hay argumentos válidos. Primero causa terror, mete miedo, amenaza, como aquel bully grandote y tonto que jamás ganó una discusión pero nunca perdió una pelea. Ante la ofensiva de las autoridades y muestras adelantadas de las evidencias en grabaciones telefónicas dijeron “vamos a movilizar cien mil personas” y varios de los rojos dieron a entender que no se responsabilizaban de la violencia que de estos movimientos pudiera resultar.
La segunda medida es de otro tipo, pero con signos inequívocos del clásico populista. Orar a Dios por tal o cual cosa en forma masiva y de protesta, pretende enmendar el error de convocar a una manifestación violenta con otro engaña bobos. La idea de que su mercado político, el de la base de la pirámide, se compenetre en oración para pedir por la justicia y la paz como niños de villancico cuando todos sabemos que sus líderes son precisamente la escoria social, la que vive con favores y privilegios, la que abusa del pueblo y se aprovecha de él. El engaño religioso en los políticos es más viejo que la maña de defecar sentado y apela a un público que por principio es temeroso de su Dios y por lo tanto confiado de lo que su Lider le indique con la “bendición de Dios”. Espiritualidad y Terror, ambos medios utilizados cuando los argumentos se acabaron, cuando el tramposo es desenmascarado, cuando se quiere separar a la razón y a la verdad del camino de los justos. Lider sangra profusamente.