Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

Durante el gobierno de Alfonso Portillo y el FRG, cierto sector de la población y de la Prensa, se rasgaron las vestiduras para denunciar corrupción en medio de una marea de información que se filtraba respecto a los negocios de régimen. Sin duda alguna, Portillo hizo negocios con empresarios tradicionales, emergentes y las mafias y permitió que un sector del Ejército aumentara su poder, lo que luego los llevó a la necesidad de seguir financiando campañas para lograr impunidad.

Pero antes y después de Portillo, esos mismos sectores se hicieron de la vista gorda respecto a todo lo que tenía que ver con la corrupción, mandando un mensaje de que la putrefacción había iniciado con el zacapaneco y había terminado con su salida del poder.

Y viendo los tiempos que estamos viviendo y dado que el partido LIDER es el que hoy aglutina a la mayor cantidad de gente con solicitud de antejuicio, creo que es importante llamar la atención para que no vayamos a tropezar de nuevo con la misma piedra y caer en el espejismo de que saliendo del partido rojo se acaban los problemas del país. LIDER y sus integrantes deben responder en las Cortes de todos y cada uno de los graves y fundados señalamientos que se les hace; no obstante, son la punta de un gran iceberg que no desaparecerá solo quitando la parte más visible.

El informe que la semana pasada rindió la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) fue lapidario y muy elocuente, y al hablar del sistema, de cómo la corrupción es ese cohesionador y cómo todos utilizan los mismos esquemas de financiamiento al tener que abrir sus puertas solo por dinero; eso nos obliga a ver a todo un sistema que requiere cambios y en el que nadie, pero absolutamente nadie se salva porque los que no han querido participar bajo esas reglas, o están fuera de la contienda o exilados.

Uno de los sindicados fue Gustavo Alejos, miembro vital del círculo que rodeo a la “ex presidenta Sandra Torres” cuando co-gobernó con Álvaro Colom y su figura cobra mucha importancia porque representan a esos “magnates” que han adquirido esa calidad moviéndose en los entretelones del poder, tejiendo alianzas con quien sea necesario, sacando maravillas de la billetera, logrando hacer sociedades que le valen mucho poder y que, incluso, lo han dejado fuera del radar de los chismes dominicales.

El Ministerio Público (MP) ha anunciado la conformación de una fiscalía para investigar esos casos denunciados por la CICIG y ahora es donde, le tocará a Thelma Aldana sacudirse los demonios que Claudia Paz y Paz no pudo espantar, porque cuando fue nombrada se selló un pacto con Sandra Torres y Álvaro Colom de que se fortalecería a la fiscalía en todo menos en lo que tuviera que ver la corrupción.

Y digo que ahora le tocará a Aldana porque para nadie ha sido un secreto que ella fue electa magistrada en lo que Barquín llamó las Cortes de Sandra en el 2009. Creo que la Fiscal General, a la fecha, ha dado muestras de independencia al punto de que uno de los que está preso es el yerno de quien la nombró, es decir, Otto Pérez Molina.

Y aunque la CICIG no mencionó personajes o círculos de otros candidatos, está clarísimo que todos los partidos en contienda juegan bajo las perversas reglas actuales del financiamiento entregado por quienes desean lucrar con la corrupción a través de negocios, contratos, influencias y privilegios en total impunidad.

Y para alcanzar esa conclusión, no hay que ser físico nuclear de la NASA, basta ver como ninguno de los candidatos salen a denunciar un sistema podrido para las grandes mayorías, pero maduro y boyante para los mafiosos sin importar si son de cuello blanco o chorreados.

La única salida que tiene el país no es que gane “nuestro menos peor”; es que cambien las reglas de un sistema fallido.

Artículo anteriorChile: 10 ex oficiales acusados de muerte de Víctor Jara
Artículo siguienteUn régimen tributario para prosperar