Juan José Narciso Chúa
Como si fuera una auténtica película, vemos actualmente cómo la CICIG comprueba una serie de hechos, entramados y personas que constituyen todo el andamiaje de un sistema político que hoy cruje, pero que busca sostenerse a pesar que existen pruebas fehacientes que involucran a funcionarios, a diputados, particulares y empresarios que se beneficiaban del mismo sistema, arropados en la curul, protegidos por el puesto, escondidos en la impunidad, mientras utilizaban sus posiciones para resolver ilícitos flagrantes, de los cuales obtenían rentas millonarias y así se convertían en nuevos ricos, todos bajo el manto de la impunidad que el antejuicio se encarga, todavía hoy, de alargarles procesos judiciales, apostándole a ser electos para así prolongar el beneficio del antejuicio y evitar la justicia.
La película la vemos casi en tiempo real, como si fuera un festival de cine y los actores se encargan de mantenernos prendidos de la trama compleja hasta el desenlace impredecible. Sin embargo, todos sabíamos que ello ocurría, todos teníamos ese mal sabor de reconocer en nuestros políticos, auténticos criminales que se protegían uno al otro por medio de un auténtico pacto de silencio, que permitía que todos entraran al sistema, se enriquecieran y ello conseguiría mantener el sistema impune.
La película que hoy se nos presenta como un auténtico estreno, involucra no sólo a los políticos, sino también nos presenta a empresarios que también se han beneficiado de ese sistema impune. En esta columna he sostenido que el mecanismo que articula a unos y otros es la corrupción, tal como señaló con total verdad el Comisionado Iván Velásquez, en donde a partir de permitir o facilitar un buen negocio para los empresarios, se hace o deja pasar una comisión que beneficia a los políticos hasta convertirlos en nuevos millonarios.
Ciertamente, todos lo sabíamos, todos dábamos cuentas que así se sostenía este sistema. Hoy el mismo tiembla, se tambalea fuertemente, cruje en sus cimientos, pero a pesar de todo busca sostenerse, no será fácil terminar con un entramado tan complejo y tan perfecto. Pero hay que seguir adelante, los golpes que la CICIG ha propinado al sistema continúan hiriéndolo indefectiblemente, siguen dañándolo lentamente, aunque se presenten defensas obstinadas y absurdas, en donde se busca generar efectos políticos sobre golpes jurídicos certeros.
La participación ciudadana ha sido clave, la presión de las organizaciones sociales ha mostrado resultados espectaculares, la manifestación pacífica ha ido construyendo poco a poco un movimiento que demuestra que el poder soberano es imparable, las calles han sido nuestro espacio de protesta y ahí nos hemos reencontrado todos en la plaza, en las cafeterías, en restaurantes, en los bares, bajo el sol, bajo la lluvia, en la tarde, en la noche, en el día, no importa, lo trascendente ha sido la presencia, ha sido la manifestación y hoy se ha iniciado un proceso de cambio, que seguramente nos llevará a una sociedad distinta.
No nos asustemos que los diputados no quieran pasar las reformas a la Ley de Partidos Políticos, esos torpes movimientos son parte de los estertores de un sistema que se niega a desaparecer. No nos desesperemos porque la clase política lo que quiere es llegar a las elecciones para asegurar impunidad y creer que en cuatro años más, todo será olvidado, un error de cálculo que pretende desconocer ese sentimiento ciudadano que busca una sociedad más justa. La protesta, como señal de lucha significa que pretendemos cambiar el rumbo de nuestro país, por ello debe continuar. La película es un largometraje que nos mantiene en vilo, su trama persiste, el nudo es interminable pero no ha terminado, seguirá.