Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

En La Hora, desde hace muchos años, hemos dicho que en Guatemala no tenemos una democracia sino una pistocracia en la que los partidos nacen, crecen y se reproducen únicamente a base del dinero que invierten los financistas con tal de obtener raja traducida en negocios, privilegios e influencias, beneficios mayores a los que se obtienen invirtiendo en la bolsa.

Cuando es don dinero el que manda y se convierte en el cohesionador con el anhelo de beneficiarse de la corrupción que es la unificadora del sistema político guatemalteco, según la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), surgen muchos problemas porque el único filtro de participación y requisito para ser parte de un proyecto político es el tamaño de la billetera. Inútiles son los principios, los valores, las ideas, la honradez y no digamos la capacidad.

Y traigo esto a colación porque hoy, el partido LIDER, dice ser víctima de una persecución política y sufrir lo que han llamado «la judicialización de la política», pero tenemos que ver las cosas en su justa dimensión para no perder el norte y dejar de ver micos aparejados como ahora le ocurre a los miembros de ese partido.

La semana pasada Oscar Clemente Marroquín nos explicaba su teoría del «le toca» y decía que a quien había sido el segundo de la elección, los mismos financistas (empresarios, crimen organizado y contratistas) le ponían el cartel de «le toca» y por ello empezaban a poner en esa canasta todo su dinero.

Así como los financistas ponen el pisto en el «caballo ganador», los diputados y alcaldes que convierten la función pública en un modo de acumular poder, riqueza y privilegios en total impunidad, le apuntan también al que «le toca» y por ello es que la bancada de ese partido termina siendo nutrida antes de las elecciones y todos quieren estar «con el que más chances ofrece de ganar».

Y eso es lo que le ha ocurrido hoy a LIDER como un en su momento le pasó al PP, a la UNE, a la GANA, al FRG, al PAN, etc., con la única diferencia que en esas épocas no existía la CICIG ni Iván Velásquez porque sin duda alguna habría sucedido lo mismo que hoy le sucede a LIDER.

LIDER, como lo han hecho todos, decidió abrirle la puerta a indeseables, a personas con un negro pasado en muchos partidos porque estimó que ellos le ofrecían la mejor alternativa para ganar y en estos dorados tiempos, el fin justifica los medios y por tanto, para ganar se atreven y se valen literalmente de cualquier cosa.

Claro que debe dar rabia ver que habiendo tanto pícaro por ahora solo se fijen en uno y en los del partido de uno, pero como bien dijo ayer Velásquez en Emisoras Unidas, «los tiempos de la investigación son distintos al reclamo popular», así que no queda más que sentarse, tener paciencia; y el informe dado respecto al financiamiento así lo demuestra, pues el Comisionado de la CICIG fue claro, enfático y categórico en desenterrar a un personaje como Gustavo Alejos, facilitador de negocios para él y para los mandatarios Sandra Torres y Álvaro Colom.

LIDER se equivoca al arremeter en contra de la CICIG por un caso en el que se sindica a su vicepresidenciable mucho antes de que fuera miembro (al menos públicamente) de LIDER. ¿Qué tiene que andar haciendo el Presidente del Banco de Guatemala, ex jefe de la Superintendencia de Bancos, avisándole a un lavador de dinero que les van a llegar a hacer requerimientos, pero que se tranquilice y que les dée la papelería?

Hoy, por el momento le tocó a LIDER, pero en Guatemala no hay partido que esté libre de pecado y pueda tirar la primera piedra, así que es tiempo de sentarse y esperar «los martes, miércoles y demás días de CICIG», aunque paralelamente debamos reformar un sistema que están tan podrido como este proceso eleccionario en sí.

Artículo anteriorGuatemala: un problema de autoridad
Artículo siguienteDiluyendo las diferencias