Esta mañana se produjo una manifestación que puede considerarse como el calentamiento de motores para lo que vendrá en próximos días de la semana; un puñado de activistas, que se autonombran miembros de una Alianza Obrero Campesina, bloquearon el tránsito en el neurálgico punto de El Trébol, generando un serio congestionamiento vial que alcanzó proporciones de caos, con el malestar generalizado de cientos de miles de personas que se vieron imposibilitadas de desplazarse en la vía pública.

El motivo de la manifestación era para criticar a la Comisión Internacional contra la Impunidad por no acusar a los corruptores y se mostraron mantas en las que aparecían los principales dirigentes del sector empresarial organizado del país en contra de quienes se realizó la actividad política. Obviamente el ataque a la CICIG no deja lugar a dudas del origen de esta acción de hecho que ha sido repudiada en forma muy enérgica por distintos sectores de la sociedad y, principalmente, por los que se han visto directamente afectados no sólo en el sector donde ocurre la protesta, sino que por las peculiares características de nuestra paupérrima red vial, en sitios muy alejados de El Trébol.

Evidentemente el miedo es muy mal consejero y por ello quienes más tienen que perder si la situación nacional se sale de control son los que con lujo de torpeza están propiciando ese desborde que puede convertirse en serio disturbio a la paz social, impulsado como un medio para ejercer presión en contra de las investigaciones que se vienen realizando y que afectan a prominentes figuras de la llamada clase política.

La ingobernabilidad en Guatemala no es una probabilidad sino una realidad que tenemos que tomar en cuenta y que se verá expuesta en forma dramática cuando el Estado no pueda ejercer el control necesario del orden público. Dado ese paso, forzado por las movilizaciones irresponsables de acarreados que serán usados como pura carne de cañón para irrumpir en contra de la paz social, los promotores del desorden terminarán viendo cómo se les esfuma su aspiración de llegar a las elecciones.

La institucionalidad, paradigma que se esgrime como el argumento toral de la supervivencia del sistema de corrupción e impunidad, se verá seriamente comprometida por los promotores del desorden social que empezó esta mañana confrontando a un grupo de manifestantes con automovilistas y con elementos de las fuerzas del orden que, como se irá comprobando, no están en capacidad de ejercer el control efectivo de la situación precisamente por esa ingobernabilidad latente que está siendo exacerbada de manera irresponsable.

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