Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt
Legalmente las escuchas telefónicas en Guatemala quedaron como instrumento de la investigación luego de que fuera aprobada la Ley Contra la Delincuencia Organizada, en el año 2006, no obstante que en nuestro país las comunicaciones privadas han sido intervenidas ilegalmente a lo largo de muchísimos años. Célebre fue un acto en tiempos del general Romeo Lucas, al que invitaron al entonces arzobispo, Cardenal Mario Casariego, para que fuera a la inauguración de un nuevo equipo recién comprado por el Ejército y le pidieron que impartiera la bendición al en ese tiempo enorme aparato. Nunca supo el prelado de qué se trataba, pero entre algunos militares era tema de chiste que el mismo Cardenal había bendecido el sofisticado sistema de escuchas telefónicas.
Se sabe que hay y ha habido sistemas privados de inteligencia que poseen sofisticados métodos para no sólo escuchar conversaciones sino también para interceptar correos electrónicos o mensajes de texto. No obstante eso, es evidente que hay aún demasiada gente que no le pone atención a esas prácticas y usa con toda libertad su teléfono aún para planificar actividades criminales.
Hoy el comisionado Iván Velásquez explicó en Emisoras Unidas cómo fue la investigación en la que terminó implicado el candidato vicepresidencial de Lider, Edgar Barquín. La CICIG recibió información de denuncias que se habían hecho de parte de la Superintendencia de Bancos sobre lavado de dinero que nunca fueron investigadas adecuadamente y decidió profundizar en ellas. Había una serie de escuchas telefónicas que se habían hecho a un tal señor Francisco Morales que movía enormes cantidades de dólares, tanto que ya era conocido con el mote de “Chico Dólar” y los investigadores empezaron a escudriñar entre esas pruebas que se habían quedado refundidas en algún lugar por la tradicional indiferencia, desidia o complicidad de muchas autoridades.
Taloneando a “Chico Dólar”, como decimos corrientemente en Guatemala, se toparon con que entre sus contactos había personajes de la política nacional y entre ellos resultó quien entonces era nada más y nada menos que Presidente del Banco de Guatemala.
Lo demás es ya historia porque la transcripción de lo que hablaron y la forma en que lo hicieron resulta demoledora por más que se quiera insistir en que se trata de una conspiración contra un partido político.
Las escuchas telefónicas realizadas al señor Francisco Morales tuvieron fundamento en los artículos 48, 49, 50 y 51 de la Ley Contra la Delincuencia Organizada y fueron autorizadas judicialmente. No se estaban interviniendo las conversaciones de los diputados ni del Presidente del Banco de Guatemala, sino que ellos fueron los que se metieron en el campo de acción de la CICIG cuando contactaron e hicieron acuerdos con “Chico Dólar”.
Obviamente ahora la gente será más cauta para usar sus teléfonos a la hora de planificar crímenes, pero cuando hay un buen ente investigador se pueden encontrar las pruebas. Lo que había ocurrido en Guatemala era que como todo mundo confiaba en la impunidad y los poderosos sabían que no les caería la viga o que, en todo caso, se la podrían quitar con sus influencias, se volvieron tan cínicos como descuidados, dejando casos que son pan comido para la CICIG.