Juan de Dios Rojas

A todas luces y también a marchas forzadas ocupa el enorme consumo de drogas en el territorio patrio, sin el menor indicio que disminuya, menos termine dicho flagelo destructor de vidas humanas. Se menciona allende las fronteras en forma alarmante, a extremo de ubicar el sitio o posición de primeros planos, en menoscabo total de los habitantes en general, tristemente.

A estas alturas, lamentablemente inclusive en los propios departamentos es imposible que puedan excluirse en sus zonas diversas. Eso implica, a no dudar, nos vean de soslayo, cuando no de manera ajena a tomarla en cuenta con fines turísticos no recomendable, pese a linderos de belleza deslumbrante y demás aspectos en picada negativa, circunstancia desplegada rápidamente.

Igual que cualquier proceso, en el medio y debido al narcomenudeo casi pasó un tiempo, diríase inadvertida; la adición consistía y -continua- en hojas de mariguana, sin embargo, a ritmo acelerado abarca otras variantes de secuelas de alto poder dañino en contra de la salud en el marco sociocultural tremendo, capaz de acabar con las facultades propias de todo individuo.

Las cantidades consumidas, significan términos cuali y cuantificable, aparejando el desplome y hundimiento de los drogadictos dentro de la población. Imposible tampoco es su proceso positivo; deseable en gran medida también. Pero significa lo principal, la voluntad a toda costa, esfuerzos sobrehumanos consistentes en recuperar el camino perdido, aun su desvío notario.

Ahora que el consumo domina cualquier estrato y gana mucho más espacios organizar en perfecta coordinación un efectivo y sostenible plan en contra del consumo de las drogas, representa el desafío más severo, tenaz y permanente debe ser el mejor de los esfuerzos del guatemalteco, así sea la posición donde desenvuelve su cotidiano quehacer, exige el plan urgente y necesario.

Cierto es -sin disimulos- señalar con el índice a consumidores mayores de edad, también adultos mayores en decaimiento notorio. El caso de la niñez y juventud, corta las alas a su destino. Planes, campañas van y vienen orientados a la lucha en contra de la drogadicción que presenta resultados entusiastas, empero no olvidemos el hecho de recaer de nuevo en vanas luchas.

El caso de niños, tesoros y miembros del futura nacional, duele observar su ingreso forzozo, engañoso; al caso en mención de la tremenda drogadicción. Que se extravíe, o pierda en forma tempranera, parte el alma, como quiera que sea no podemos asegurar sea uno que otro. Un rotundo no es la expresión. Una pérdida sin parangón, no importando cuales sean los motivos aludidos.

Quien tenga en sus sienes la corona del verdadero triunfo, que significa ganarle al mal, su mejor lucha en esta vida. Las esperanzas mantienen fe y optimismo en salir a la vista con su plan autentico en rescate y beneficio de terminar con la adicción a las drogas malignas que arrastran la existencia de cantidades exorbitantes de quienes se hunden en el precipicio terrible.

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