Juan Antonio Mazariegos G.

Las denominadas plazas fantasma se han vuelto moneda de curso legal entre las campañas y ayudaditas que se dan entre sí los políticos que constantemente se roban los titulares de prensa de los diversos medios noticiosos de nuestro país.

Los indicios de corrupción como los que se evidenciaron cuando la Contraloría General de Cuentas, tarde, mal y como excepción pretendió levantar una auditoría en el Congreso de la República sobre la cantidad de trabajadores contratados en esa institución, provocó que simplemente miles de “supuestos trabajadores” se ausentaran ese día de sus labores, supongo, ante la amenaza de que las cuentas no cuadraran y resultara que algunos de ellos no existen, no desempeñan realmente sus cargos o simplemente “parten la vaca” con algún diputado o diputado que transó su puesto de trabajo.
Los recientes videos presentados por la Fiscalía que revelaron el verdadero interés de los diputados de Libertad Democrática Renovada, no precisamente por hacer Patria, dejaron a la vista que si bien el negocio de inventar plazas, trabajadores o ambos es solo un colateral a aquellos en donde verdaderamente está la “carnita”, si resulta sumamente sencillo ayudarse entre bandidos y el intercambio de plazas es una práctica común.

Reformar la Ley de Servicio Civil se vuelve una más de tantas necesidades urgentes que este país requiere, debe existir un ente que efectivamente coordine la carrera de los servidores públicos, las funciones que desempeñan y que sea superior a los todo poderosos ministros y diputados para que estos como hasta ahora no se dediquen a enriquecerse o a comprar favores o pagarlos a través de la creación de plazas que con fantasmas o sin ellos al final de cuenta pagamos todos los guatemaltecos.

Inclusive, para los mismos trabajadores del Estado el no sufrir cada cuatro años ante la amenaza de que el nuevo presidente y su equipo cambien miles de puestos de trabajo, debe de constituirse en un incentivo para realizar una carrera en las instituciones del Estado y les permitirán desarrollarse dentro del mismo, sin la necesidad de ser explotados por quien hizo el favor de conseguirles la plaza a través del requerimiento de una parte de su salario o sin el perjuicio de “deber” durante muchos años la campaña.
De qué tamaño será realmente el Estado es una pregunta difícil de responder, hablar de que aquí se han visto muertos acarrear basura, parece ser solo una parte del dicho que bien podría complementarse con “… y fantasmas cobrar por el servicio”.

Artículo anterior#En Estas Condiciones No Queremos Elecciones
Artículo siguienteLa explicación de por qué “le toca” al segundo