Félix Loarca Guzmán
En un programa radial de teléfono abierto, un oyente expresó su tristeza por la crítica situación política, económica y de inseguridad ciudadana que prevalece en Guatemala, en donde la corrupción ha permeado no solo a las instituciones estatales, sino también a los diversos niveles de la llamada iniciativa privada.
Al comentar brevemente los casos del mal manejo de la administración pública, descubiertos por la Comisión Internacional contra la Impunidad, CICIG, y el Ministerio Público, el oyente opinó que el régimen del Partido Patriota, encabezado por el presidente Otto Pérez Molina, pasará a la historia con el dudoso mérito de que será recordado como el gobierno de la corrupción.
Cuando faltan pocas semanas para las elecciones generales, el panorama nacional es incierto, pues el ambiente entre la ciudadanía está dominado por una mezcla de desencanto y frustración.
Durante más de 50 años, la miseria y la exclusión social han crecido vertiginosamente, convirtiéndose en dos instrumentos de la clase dominante, para mantener a la mayoría del pueblo como una masa manipulable en los ejercicios electorales, en donde nadie elige, sino solo opta por el menos peor. Sin embargo, para las próximas elecciones, todos los candidatos parecen cortados con la misma tijera. El pueblo no tiene opciones y por eso está aumentando en forma acelerada la inclinación por el voto nulo, el voto en blanco o la abstención.
Las manifestaciones populares que se han estado realizando en la Plaza de la Constitución desde el 25 de abril, son una expresión contundente que el pueblo despertó de su letargo y que rechaza enérgicamente las redes de corrupción, exigiendo la renuncia del General Otto Pérez Molina como Presidente de la República.
Al respecto, el sociólogo guatemalteco Carlos Figueroa Ibarra, actualmente residente en México, con un profundo sentido crítico escribió en la Revista Electrónica Con Nuestra América que se edita en Costa Rica, que las manifestaciones han mostrado que es dura la situación del gobierno que prometió mano dura contra la delincuencia.
Figueroa Ibarra añadió que: «Difícil situación porque resulta evidente para buena parte de los guatemaltecos, que el gobierno que pretendía erradicar la delincuencia, es un gobierno lleno de delincuentes».