Gabiel Arrese Leza
Periodista

Los adolescentes sienten que la escuela no les aporta la parte práctica y emocional para afrontar los problemas cotidianos. El modelo educativo repite todos los años los mismos conocimientos con idéntica metodología. Esto afecta también a los profesores que deben cumplir un programa cerrado y, agobiados por acabar todas las lecciones, transmiten peor la educación a sus alumnos. Todo ello provoca el olvido de la enseñanza emocional y de la empatía.

Cada persona posee, además de la inteligencia cognitiva, la inteligencia emocional que favorece aspectos tan necesarios como la creatividad o conseguir confianza en uno mismo. La educación emocional intenta englobar un conjunto de enseñanzas, metodologías y distintas herramientas para desarrollar este tipo de inteligencia. Así, desde pequeños los niños aprenden a identificar los sentimientos por sí solos.

Una buena opción consiste en educar con la razón y los sentimientos. Establecer una relación entre ambas para ayudar a que las personas puedan ser capaces de superar el miedo al fracaso, desarrollar la confianza y, sobre todo, implantar la semilla de la empatía en cada persona. Esto facilitaría afrontar los conflictos sin violencia.

Un estudio de una escuela alternativa que confió en este modelo demostró que se reducen en más de un 13% los niveles de ansiedad y mejora en más de un 5% la claridad y la comprensión de los niños y niñas.

Este tipo de enseñanza se basa en el desarrollo de distintos aspectos. Uno de ellos es el autoconocimiento. Conocerse a uno mismo es el primer paso para saber las limitaciones de cada uno y dar así su mejor dimensión. Asumir la responsabilidad en el plano emocional y económico también ayuda a alcanzar la madurez. Desarrollar la autoestima ayuda a ganar confianza en uno mismo y la felicidad surge como fruto de trabajar estas cuestiones. Poco a poco, este tipo de educación forma personas únicas que se conocen a sí mismas. Esto desemboca en descubrir el talento y potencial de cada uno y cómo desarrollarlo. Así, la persona se forma con plenitud y puede compartir con otras, mediante la empatía, sus motivaciones, deseos y acciones.

La educación emocional debería ser una necesidad y no un lujo. Evolucionar en las primeras etapas del sistema educativo es fundamental para la formación completa de una persona. Ayuda también a clarificar los pensamientos y futuros de cada uno, lo que influye en una sociedad más justa y solidaria.

A lo largo de la vida estamos en continuo aprendizaje. Es necesario tanto el conocimiento teórico como el práctico, y sobre todo el emocional. Conseguir la simbiosis perfecta entre razón y sentir. Como afirmó el filósofo chino Lao Tse “Educar no consiste en llenar un vaso vacío, sino en encender un fuego latente”.

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